martes, 26 de noviembre de 2013

Susanita tiene un ratón



(Artículo publicado en el diario La Opinión de Murcia, el 26 de noviembre de 2013)


Cómo los echo de menos. Me refiero a los Payasos de la Tele, a los auténticos payasos, claro, a Gaby, a Fofó y a Miliki, a quienes luego se fueron sumando hijos y sobrinos, empezando por Fofito. Durante muchos años los payasos fueron la fuente de un humor sencillo, construido a base de atuendos grotescos, caidas y tropezones, tartas de merengue y diálogos llenos de equívocos y trabalenguas, amén de un poco de música; un humor que, dirigido fundamentalmente a los niños, prendía también entre los adultos, tal vez porque, aunque no queramos reconocerlo, jamás dejamos de ser niños. En el humor inocente de los payasos había siempre una nota trágica y triste, como los solos de saxofón que interpretaban los Hermanos Tonetti al término de su actuación, cuando no inquietante; acuérdense si no de Pennywise, aquel payaso terrorífico  de It, la novela de Stephen King, que fue encarnado en la serie de televisión por Tim Curry. Hoy, los auténticos payasos como Fofó y compañía, los Hermanos Tonetti o Charlie Rivel, han desaparecido prácticamente del gran escenario con algunas honrosas excepciones, eso sí, entre las que destacan los integrantes de Pupaclown, con Pepa Astillero a la cabeza, a quienes apoyé decididamente en los inicios de su maravillosa aventura de hacer sonreir a los niños que se encuentran, gravemente enfermos, internados en los hospitales.
Hoy, en lugar de los payasos tradicionales con su nariz roja y su risa fácil, predomina otro tipo de payasos que tienen mucha menos gracia y que, además, no lo disimulan. En lugar de estrafalarias vestimentas, visten la moda más cara y exclusiva. Suscitan algunas risas de complicidad pero las más de las veces hacen llorar al público con sus ingenios. No cuentan chistes, al menos no lo hacen habitualmente, pero todo lo que dicen suena a chiste aunque lo expresen sin música y con el más serio de los semblantes. Sin embargo, y aunque sé que el viejo periódico de papel no es sonoro, no me resisto a ponerles música a algunas de estas payasadas y payasos postizos y para ello me voy a valer del repertorio de mis añorados Gaby, Fofó y Miliki. De sus letras, porque de la música ya se encargarán ustedes.

Había una vez un circo (La escena política nacional):

Había una vez un circo que alegraba siempre el corazón,
Lleno de color, mundo de ilusión, pleno de alegría y emoción
Siempre viajar, siempre cambiar, pasen a ver el circo
Otro país, otra ciudad, pasen a ver el circo.


                Susanita tiene un ratón (La lozana andaluza Susana Díaz):

Susanita tiene un ratón, un ratón chiquitín
Que come chocolate y turrón y bolitas de anís
Le gusta el cine, el fútbol y el teatro, baila tango y rock and roll
Y si llegamos y nota que observamos siempre nos canta esta canción.


                La Gallina Turuleca (Los gobiernos, partidos políticos y sindicatos):

La Gallina Turuleca ha puesto un huevo, ha puesto dos, ha puesto tres,
la Gallina Turuleca ha puesto cuatro, ha puesto cinco, ha puesto seis
la Gallina Turuleca ha puesto siete, ha puesto ocho, ha puesto nueve,
¿Dónde está esa gallinita? Déjala, la pobrecita, déjala que ponga diez.


                Barquito de Cáscara de Nuez (La aventura soberanista de Artur Mas):

Un barquito de cáscara de nuez, adornado con velas de papel,
Se hizo hoy a la mar, para lejos llevar gotitas doradas de miel
Un mosquito sin miedo va en él, muy seguro de ser buen timonel
Y subiendo y bajando las olas el barquito ya se fue…


Hola Don Pepito (La alternancia política):

Hola Don Pepito, hola Don José,
pasó usted ya por casa, por su casa yo pasé
Vió usted a mi abuela, a su abuela yo la 
Adiós Don Pepito, Adiós Don José.


                El coche nuevo (Los banqueros y la crisis económica):

El viajar es un placer, que nos suele suceder
En el auto de papá, nos iremos a pasear
Por el tunel pasarás, la bocina tocarás
La canción del pi pi pi, la canción del pa, pa, pa
Vamos de paseo, pi, pi, pi, en el auto feo, pi, pi, pi,
Pero no me importa, pi, pi, pi, porque llevo torta, pi, pi, pi.


                Tengo algunas canciones más muy sugerentes, como Dale, Ramón y Cómo me pica la nariz, pero se me ha acabado el espacio, de manera que sólo me resta despedir el artículo como corresponde:

¿Cómo están ustedes?
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