martes, 30 de marzo de 2010

Sanos consejos

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(Artículo publicado el 30 de marzo de 2010 en el diario La Opinión de Murcia)






Estamos en plena ebullición primaveral y ésto, en Murcia, significa quince días de frenesí hipercalórico. Me refiero, cómo no, a la Semana Santa y a la Semana de Fiestas de Primavera, dos semanas que, como todos ustedes saben, suman diecisiete días. Empezamos con caramelos y seguimos con monas con huevo, bocadillicos, bacalao y habas y, como-éramos-pocos-y-parió-la-abuela, hasta con bula eclesiástica para el consumo de pasteles de carne en Cuaresma. Luego, el mismo Domingo de Resurrección, que no hay que perder un minuto, más bacalao con habas y más pastelicos de carne, morcones variopintos, morcillas, salchicha y longaniza, bonito y tomatico partío con olivicas de cieza, cervecica de la Estrella y vino peleón. Ná, un festival colesterólico.



Lo malo que tiene todo esto es que la Conjura de lo Políticamente Sano y Correcto nos viene bombardeando desde hace semanas a través de la caja tonta con lo de las dietas sanas y equilibradas, especialmente diseñadas para conseguir en trece o catorce días un cuerpo como el de George Clooney, para ellos, o el de Gisele Bündchen, para ellas, eso sí, reforzando la dieta rigurosa, hecha a base de hojas de colinabo y semillas de alpiste, con un milagroso (y carísimo) complejo de extractos de todo aquello que no nos gustaba de pequeños. De este modo, vivir y beber en Murcia (en frase que tomo prestada) en estas fechas se convierte en una suerte de remordimiento permanente, preñado de culpas y complejos de tragaldabas. Por eso, para no caer en la más negra de las depresiones, merece la pena leer la presunta entrevista que le hicieron a un presunto médico brasileño de Porto Alegre y que alguien, que muy bien pudiera ser mi dilecto y glotón Ignatius o el mismísimo Chesterton, me ha enviado por email. Como dicen en Italia, se non è vero, è ben trovatto.





Los ejercicios cardiovasculares prolongan la vida. ¿Es verdad?: El corazón está hecho para latir una cantidad de veces determinadas. No desperdicie esos latidos en ejercicios. Su período de vida se gastará, independientemente de su uso. Acelerar su corazón no va a hacer que usted viva más. Eso es como decir que usted puede prolongar la vida de su coche conduciendo más deprisa. ¿Quiere vivir más?. Échese la siesta.



¿Debo dejar de comer carnes rojas y comer más frutas y vegetales?: Se necesita entender la logística de la eficiencia en alimentación. ¿Qué comen las vacas?. Hierba y maíz. ¿Qué es eso?. Vegetales. Entonces un filete es el mecanismo más eficaz de colocar vegetales en su sistema. ¿Necesita comer cereales?. Pues coma pollo.



¿Debo reducir el consumo de alcohol?: De ninguna manera. El vino está hecho de fruta. El brandy es un vino destilado, lo que significa que se elimina el agua de la fruta de modo que usted saque mayor provecho de ella. La cerveza también está hecha de cereales. No limite demasiado su consumo.



¿Cuáles son las ventajas de un programa regular de ejercicios?: Mi filosofía es: si no tiene dolor, no haga nada. Está usted bien.



¿Los fritos son perjudiciales?: Hoy en día la comida se fríe en aceite vegetal. La verdad es que quedan impregnadas de aceite vegetal. ¿Cómo puede ser que más vegetales añadidos sean perjudiciales para usted?



La gimnasia ayuda a reducir la obesidad?: Absolutamente no. Ejercitar un músculo lo único que hace es aumentar el tamaño del músculo.



¿El chocolate hace daño?: Es cacao. Otro vegetal. Es un alimento bueno para ser feliz. La vida no debe ser un viaje para la tumba, con la intención de llegar sano y salvo, con un cuerpo atractivo y bien preservado. Lo mejor es emprender el camino, con una cerveza en la mano y un bocadillo en la otra. El mejor final es haber tenido mucho sexo y un cuerpo completamente gastado, totalmente usado, y poder gritar: mereció la pena, qué viaje tan extraordinario...



¿Algún consejo más que nos pueda dar?: Si andar mucho fuera saludable, los carteros serían inmortales. Las ballenas se pasan nadando todo el día, sólo comen pescado y sólo beben agua. Sin embargo están gordas. Las liebres corren, saltan y no paran, pero no pasan de 15 años de vida. La tortugas no corren y no hacen nada, pero viven 450 años.





El doctor Grande Covián (éste sí que era médico y especialista en nutrición) decía que hay que ser moderados hasta con la moderación. De manera que en estas fiestas “no se me adelanten, pero tampoco se me atrasen”, que decía Cantinflas a la hora de pagar. Que aproveche.



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martes, 23 de marzo de 2010

Lo escribió Chesterton

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(Artículo publicado el 23 de marzo de 2010 en el diario La Opinión de Murcia)



Sigue molestando a los de siempre que alguien escriba y aún que opine favorablemente de la Iglesia Católica. Si además ese alguien que escribe o que opina se proclama católico, es decir, que habla de lo que siente y escribe de lo que piensa, entonces la cuestión se transforma en una especie de guerra santa. Y si escribe además que los católicos defienden la vida desde su concepción, que rechazan por tanto la liberalización del aborto y que matar a un ser humano indefenso (que eso es más o menos la alevosía) es un asesinato, entonces algún conjurado de lo Políticamente Correcto se siente compelido a echar mano del kalashnikov y cargar contra las filas reaccionarias, como en los viejos tiempos. Precisamente es de esos viejos tiempos de lo que quiero escribir hoy.

En un  libro que reune varios ensayos de Chesterton bajo el título Por qué soy católico, he encontrado un sugerente artículo que escribió el ilustre y gordo pensador a propósito de los sucesos acaecidos en España entre las elecciones de 1933 y la fracasada revolución socialista de octubre de 1934. El artículo se titulaba El caso de España. Nadie en su sano juicio podrá afirmar que Chesterton no haya sido uno de los más audaces e inteligentes defensores de la libertad y de la democracia, con la misma audacia y con la misma inteligencia, por cierto, con la que defendió la religión católica, lo que en el caso de España vino a ser una misma cosa. Se trata del testimonio de un hombre libre antes que de un liberal, y de un católico revolucionario antes que de un conservador escéptico. De aquellos sucesos Chesterton escribió lo siguiente:

En una elección totalmente pacífica y legal, como cualquier elección inglesa, una vasta mayoría votó en distintos grados a favor de las verdades tradicionales, que habían sido las ideas normales en la nación durante más de mil años. España habló, si se puede decir que las elecciones hablan, y se declaró en contra del comunismo y del ateísmo, en contra de la negación que ha asolado la normalidad de nuestro tiempo. Nadie pudo decir que esta mayoría había sido alcanzada por la violencia militar, porque nadie pretendió que una minoría armada se impusiera sobre el Estado. Si la teoría liberal de las mayorías parlamentarias era justa, el resultado era justo (…) Pero entonces los socialistas saltaron e hicieron exactamente aquello por lo cual se condenaba al fascismo. Usaron bombas, cañones y violencia para impedir que se cumpliera la voluntad del pueblo o, al menos, la del Parlamento. Habiendo perdido con las reglas de juego de la democracia, trataron de ganar usando las reglas de la guerra, en este caso la guerra civil. Intentaron derrocar al Parlamento mediante un golpe de estado militar”.

La reacción del liberalismo político británico supuso una amarga decepción para Chesterton. “Imaginen ustedes cuál fue mi asombro cuando vi que los liberales se lamentaban del infortunado fracaso de esos socialistoides fascistas en su intento de revertir el resultado de unas eleciones generales (…) La única conclusión es que el liberalismo sólo se opone a los militares cuando son fascistas y aprueba enteramente a los fascistas mientras sean socialistas”.

No es de extrañar que, ante ello, Chesterton sentenciara que en el mundo moderno “no hay fascistas, no hay socialistas, no hay liberales, no hay parlamentaristas. Existe una única institución suprema, inspiradora y a la vez irritante en el mudo. Y ellos son sus enemigos. Están preparados para defender la violencia u oponerse a la violencia, para luchar por la libertad o contra la libertad, por la representación o contra la representación. Y hasta por la paz o contra la paz. Este caso me dio una certeza enteramente nueva, incluso en el sentido político práctico: mi elección había sido buena”.

Chesterton había elegido ser católico.


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martes, 16 de marzo de 2010

No matarás

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(Artículo publicado el 16 de marzo de 2010 en el diario La Opinión de Murcia)



Ya sé que no es políticamente correcto escribir acerca de la reforma de la ley del aborto ahora que nos acercamos a la Semana Santa y que muchos de los que apoyan la ley, y aquellos a los que les da lo mismo, se disponen a planchar sus túnicas nazarenas y a llenarlas de caramelos, como si aquí no pasara nada o la cosa no fuera con ellos. Pues sí que pasa, sí, y claro que la cosa va con ellos, de manera que menos caramelos y más testimonio.


Se ha escrito mucho sobre este tema del aborto, se han formulado muchas opiniones y alzado muchas voces. Una de las más insensatas fue la de Bibiana Aido, superflua Ministra de Igualdad del gobierno de Zapatero y promotora de la ley, cuando dijo hace unos meses que "para mí un feto —de trece semanas— es un ser vivo, claro, pero no podemos hablar de ser humano porque no tiene ninguna base científica". Frase, por cierto, muy parecida a la que se atribuye a Adolf Hitler: “Es indudable que los judíos son una raza, pero no son humanos”. No he encontrado una sola referencia bibliográfica de esta frase exacta, pero les aseguro que Hitler dijo cosas mucho peores de los judios. Y, además, las hizo.


Tal vez por ello, ha habido quien ha comparado esta medida, la práctica liberalización del aborto en España, con las medidas nazis en materia de higiene racial y de eutanasia. Sin embargo, el régimen asesino de Hitler no incluyó expresamente el aborto entre sus muchas culpas, tal vez porque respecto de las mujeres alemanas, lo que interesaba era precisamente lo contrario, el crecimiento y la multiplicación de la llamada “raza superior” (lebensborn), mientras que respecto de las demás razas, las formadas por infrahumanos o untermenschen, el aborto se mostraba irrelevante ante la determinación explícita de su exterminio.


Hannah Arendt, en el prólogo a la tercera parte de Los Orígenes del Totalitarismo, recoge la expresión “delincuente sin delito”, tomada de la apelación formulada en un juicio de depuración en la Rusia de Stalin por un "elemento extraño a la clase", uno de los muchos millones de personas que fueron asesinados sin más culpa que la de ser “enemigos objetivos” de la clase obrera, dicho sea en lenguaje bolchevique. Un delincuente, no ya “no culpable”, ni tan siquiera inocente, sino un “delincuente objetivo” o, dicho de otro modo, un criminal sobre el que no pesa la existencia de crimen alguno.


Y eso es justamente lo que ocurre con los no nacidos que son condenados a muerte. Son millones las voces de españoles que se han levantado contra el asesinato masivo de seres inocentes, cuyo único delito es el de haber sido engendrados. Son millones las voces que gritan, pero una sola la razón por la que lo hacen: porque los no nacidos tienen derecho a la vida. Son millones las voces que claman, pero uno solo el nombre de quien atenta contra la vida de un ser humano: asesino.


Alguien me dirá, como si yo no lo supiera, que el código civil sólo atribuye personalidad jurídica al nacido que tenga figura humana y viva veinticuatro horas enteramente desprendido del seno materno y que por ello el no nacido no es un ser humano. ¿Ha visto usted la foto de ese cuerpecito minúsculo nacido tras apenas cuatro meses de gestación, acunado entre las manos adultas de un hombre,? ¿Diría usted que ése no es un ser humano? ¿O que no lo era unos minutos antes de nacer? ¿Qué es, Bibiana? ¿Un repollo? ¿Una excrecencia del cuerpo de la madre? ¿Sabe usted que el feto piensa, ríe, llora, siente, sufre, duerme y sueña, mucho antes de nacer?


No, no son razones legales las que otorgan la humanidad al feto, ni son legales las que proscriben la muerte intencionada de un ser humano. Son razones morales, ésas que habitan en lo más profundo de la conciencia individual de cada uno y que forman parte imprescriptible de la conciencia común. Las mismas razones morales, por cierto, a las que apelamos los cristianos.


No matarás.


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martes, 2 de marzo de 2010

Uno de funcionarios

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(Artículo publicado el 2 de marzo de 2010 en el diario La Opinión de Murcia)



Como ocurre siempre en tiempos de crisis, aquéllos que encendían el puro con billetes de mil (alguno lo sigue haciendo) tornan su mirada justiciera hacia los funcionarios que, ahora sí, vuelven a ser esa “casta privilegiada”, a pesar de que ni antes ni ahora pudieron pagarse un plato de langostinos del Mar Menor. No voy a escribir más ya que, como buen funcionario que soy, dejaré que lo haga otro. Reproduzco a continuación la carta escrita por una funcionaria de la Junta de Andalucía en respuesta a un artículo de Martín Ferrand titulado, ni más ni menos, que “La dictadura del funcionariado”.



Sr. Martín Ferrand: Son ya muchos los comentarios despectivos y miserables que se están lanzando contra los funcionarios, esa casta, como usted los llama, de la que yo formo parte. Pero ha sido precisamente su artículo de opinión, por venir de quien viene, todo un profesional del periodismo, a quien yo creía objetivo y sensato, el que me ha encendido sobremanera y no quiero pasar por alto mi oportunidad de respuesta porque no ha podido ser más subjetivo, más insensato y sobre todo, más erróneo en sus planteamientos contra nuestra “casta”.


En primer lugar, ni yo ni ninguno de los muchos compañeros a los que trato nos sentimos ni tenemos porqué sentirnos servidores de nadie, y mucho menos queremos ser servidos. Le aclaro que en mi declaración a Hacienda no consta que sea servidora de nadie, sino una empleada por cuenta ajena; en este caso, mi empresa es la Junta de Andalucía, a la que accedí por cierto tras unas duras oposiciones y en la que tras, 25 años de servicio como Administrativa (es decir 8 trienios), con un complemento de exclusividad que me obliga a trabajar, como minimo, 110 horas más al año que el personal que no lo tiene, y gestionando un Negociado, cobro 1.500 €, de los cuales usted se cree muy dueño de rebajar un 20%.


Comenta que, por la crisis, es el funcionariado el que tiene que ver disminuidos sus ingresos ¿Por qué? ¿Es que en épocas de “vacas gordas” el Gobierno hace conmigo reparto de beneficios? ¿Está usted quizás dispuesto a darme algo de sus ingresos cuando éstos sobrepasen lo que habitualmente cobra? ¿Está dispuesto acaso a hacerlo algún profesional “libre” de este país? Le pongo un ejemplo muy concreto. Un vecino de mi bloque, trabajador de la construcción, tan discreto en ingresos como yo hasta el “boom” urbanístico, ha podido invertir y comprar dos pisos más en Sevilla capital. Es cierto, ahora está en paro, pero yo y toda mi casta hemos contribuido a que pueda cobrar el subsidio de desempleo, porcentaje que pagamos todos los meses aunque a nosotros no nos haga falta, pues jamás lo cobraremos. Además, usted pretende rebajar mi sueldo un 20% para “repartirlo” con él y con muchos como él a quienes ahora no les va bien. ¿Hablaría usted con él para que me cediera uno de sus pisos y que yo pueda dejar de pagar la hipoteca del único pisito que poseo y que me está quitando el sueño? Los dos creemos que él no estaría dispuesto, ¿verdad?


Habla también de que pretendemos vivir sin la incertidumbre que acompaña a otros ciudadanos. Pues sí, Sr. Martín, de eso se trata. Aspirar a ser funcionarios es aspirar a poco materialmente en la vida, nunca seremos ricos, pero aspiramos a la estabilidad en el empleo, recurso al que puede aspirar cualquier persona, usted también, aprobando unas oposiciones. Por tanto, si yo he aspirado a “ganar poco y vivir tranquila” es un derecho adquirido y no, no me he adueñado de nada ni considero mi puesto hereditario. Mis hijos se lo tendrán que currar, y posiblemente más que los suyos, por venir de una familia más humilde o más sencilla, como quiera llamarlo. Y es en este punto donde más me enciendo. ¿Con qué derecho se cree a proclamar a los cuatro vientos que mis dos hijos (estoy separada) tengan que vivir con un 20% menos de lo que viven? Ah, y yo declaro hasta el último céntimo que gano (y todos sabemos que eso no es así en todas las profesiones, que hay mucha “economía sumergida”). Por lo tanto, no intente “calentarle” el ánimo a nadie con el hecho de que son los ciudadanos con sus impuestos los que me retribuyen, pues nosotros también contribuimos y mucho a las arcas del Estado.


Y una cosa más, considero el trabajo de esta casta mucho más importante para el país que el de su profesión, por ejemplo. Si no escribe un dia un artículo no pasa absolutamente nada, pero si mis compañeros de la Sanidad, la Enseñanza, los Cuerpos de Seguridad… no acudieran a su trabajo…


En fin Sr. Martín piense más lo que escribe antes de hacerlo”.



En efecto, piense, señor Martín. Se puede escribir mejor, pero no más claro.

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