martes, 25 de marzo de 2014

Cómo arreglar el mundo


(Artículo publicado el 25 de marzo de 2014 en el diario La Opinión de Murcia)
 


El mundo está hecho unos zorros. Guerras, hambrunas, miseria, explotación, desigualdad, persecuciones, dolor, injusticias, violencia…, todo ello y mucho más forma parte de la receta de cada día. Periódicos, radios y televisiones nos informan a diario de sucesos y acontecimientos que convierten la vida en una tragedia. Sí, también hay cosas buenas e, incluso, buenas noticias, pero ocurre que, como afirma el  viejo sofisma periodístico, las buenas noticias no son noticia, por lo que apenas ocupan lugar en nuestras fuentes de alimentación informativa. La conclusión es que a todos nos parece que el mundo va de mal en peor.
                Nos preguntamos cómo arreglar ésto, nos devanamos los sesos pensando en las causas de tanto problema y nos quedamos calvos buscando soluciones políticas, sociales, económicas y científicas. Cuando parece que hemos encontrado en la mejora genética de las semillas la solución al hambre del mundo, resulta que los dueños de las patentes se hacen inmensamente ricos gracias precisamente a la escasez de alimentos, y los niños siguen muriendo de hambre. Cuando se encuentra el remedio a una enfermedad epidémica, aparece misteriosamente otra, y luego otra, y otra, y las grandes empresas farmacéuticas siguen ganando cada vez más dinero. Cuando acaba una guerra cruel y sangrienta, se inicia otra aún más sangrienta y cruel que la anterior, y los vendedores de armas, en muchas ocasiones los propios estados que se sientan en las mesas de paz, siguen fabricando y vendiendo armas cada vez más sofisticadas y mortíferas. O ¿qué se piensan que es la gran carena de un submarino, sino la integral puesta a punto de un arma dotada de una enorme capacidad de destrucción? Es que son nosecuántos millones de horas de trabajo, dicen como justificación, y se que quedan tan frescos.
                El científico británico Stephen Hawking afirmó hace poco que la humanidad se encamina indefectiblemente hacia su extinción en un plazo no superior a cien años. La Nasa ha advertido también del colapso de la civilización en pocos años, debido a la sobreexplotación de los recursos y a las desigualdades económicas. Los pesimistas dicen, pues, que el mundo no tiene arreglo, que lo único que cabe es sobrevivir y aplicar la ley de la nueva selva o, como señalaba Hawking, disponerse a colonizar otros planetas, con lo que lograremos exportar a las estrellas nuestro modelo de autodestrucción. Pero hay todavía unos cuantos optimistas que nos negamos a aceptar que los pesimistas tengan razón, al menos que la tengan absolutamente. Entre los optimistas hay quienes apoyamos nuestra convicción en la fe cristiana, y por ello sabemos que, aunque al final de los tiempos nos espera el Armagedon y el Juicio Final, unos cuantos justos se salvarán. Y, además, sabemos cómo y por qué. Pero hay también muchos otros optimistas que aún cuando dicen no tener fe creen en la posibilidad de salvación de la humanidad, lo que sin duda no deja de ser otra forma de fe. Se me ocurre pensar en aquella maravillosa canción de John Lennon, Imagine, en la que hablaba de un mundo sin paraíso ni infierno, sin países ni religiones, sin posesiones, con una humanidad viviendo en paz y compartiéndolo todo. “You may say I’m a dreamer, but I’m not the only one (Tú dirás que soy un soñador, pero no soy el único), sonaba el estribillo de la canción, como poniéndose la venda antes de la pedrada. Y en efecto, no era el único soñador.
Circula por ahí un cuento que se atribuye a Gabriel García Márquez, aunque yo dudo que lo escribiera realmente el Nobel colombiano, que me ha enviado mi viejo y buen amigo Juan Antonio Serrano Pallarés. Como ven, una vez más, los amigos.
“Un científico, que vivía preocupado con los problemas del mundo, estaba resuelto a encontrar los medios para aminorarlos. Pasaba días en su laboratorio en busca de respuestas para sus dudas. Cierto día, su hijo de seis años entró en el laboratorio decidido a ayudar a su padre con el trabajo. El científico, nervioso por la interrupción, le pidió que fuese a jugar a otro lugar. viendo que era imposible sacarlo, el padre pensó en algo que pudiese entretenerlo. De repente se encontró con una revista donde había un mapa con el mundo, justo lo que necesitaba. Con unas tijeras recortó el mapa en varios pedazos y junto con un rollo de cinta adhesiva se lo entregó a su hijo, diciendo: Como te gustan los rompecabezas, te voy a dar el mundo todo roto para que lo repares sin ayuda de nadie.
Entonces calculó que al pequeño le llevaría diez días recomponer el mapa. Pero no fue así. Pasadas algunas horas, escuchó la voz del niño que lo llamaba calmadamente: Papá, papá, ya hice todo, conseguí terminarlo.
Al principio el padre no creyó al niño. Pensó que sería imposible que, a su edad, hubiese conseguido recomponer un mapa que jamás había visto antes. desconfiado, el científico levantó la vista de sus anotaciones con la certeza de que vería el trabajo digno de un niño. Para su sorpresa, el mapa estaba completo. Todos los pedazos habían sido colocados en sus debidos lugares ¿Cómo era posible? ¿Cómo el niño había sido capaz?
-Hijito, tú no sabes cómo era el mundo ¿Cómo lo lograste?
-Papá, yo  no sabía cómo era el mundo, pero cuando sacaste el mapa de la revista para recortarlo vi  que por el otro lado estaba la figura de un hombre. Así que dí vuelta a los recortes y comencé a recomponer al hombre que sí sabía cómo era. Cuando conseguí arreglar al hombre,  dí la vuelta a la hoja y vi que había arreglado el mundo.”
La moraleja de este cuento no deja de ser un sueño, como la canción de Lennon: para arreglar el mundo haya que empezar primero por arreglar al hombre. Exactamente el mismo sueño con el que cada noche sueña el Papa Francisco.
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martes, 18 de marzo de 2014

Francisco y los pobres


El Papa Francisco con los pobres y los enfermos en la favela Maguinhos de Sao Paulo


(Este artículo fue publicado el 18 de marzo de 2014 en el diario La Opinión de Murcia bajo el título "Aniversario Papal". Como no me gusta se lo he cambiado por el de "Francisco y los pobres".
Así está mejor)


El pasado 13 de marzo se cumplió un año de la elección del Papa Francisco, el primero nacido en América. Su antecesor, Benedicto XVI, un hombre de edad avanzada y de fuerzas menguadas, había renunciado unas semanas antes a la Silla de Pedro, tal vez abrumado por el peso de su responsabilidad al frente de la Iglesia, pero sin duda alentado por la luz de su fe. En aquel entonces se habló mucho de la conveniencia de un Papa joven, habida cuenta de los retos y de la enorme dedicación y esfuerzo que exige el Pontificado en los tiempos actuales, pero sobre todo se habló de la necesidad de un Papa diferente. En relación con ello, unos días antes de la elección, el 19 de febrero, escribí a mi buen amigo Agustín Alcaraz lo siguiente:
“Sin duda que la juventud es un valor que ha de ser tenido en cuenta, querido Agustín. El Papado de hoy demanda una gran fortaleza física para aguantar los viajes, las apretadísimas agendas y la constante exposición a la opinión pública de creyentes y de no creyentes, pero también exige una gran fortaleza moral. El problema más acuciante con el que se enfrenta la Iglesia de hoy tal vez sea la falta de fe de la vieja Europa, la descreída y materialista Europa. Tal vez haga falta un Papa joven, sí, pero un Papa joven que recupere en los europeos la fe en una Iglesia comprometida con los que menos tienen, una Iglesia sensible a los miedos de la sociedad de hoy. Hace falta un Papa que devuelva a Europa la fe perdida. Una vez rota la tradición de que fuera italiano, tal vez haya llegado el momento de que se rompa también la de que sea un Cardenal. Un obispo militante, un obispo de una diócesis difícil, acostumbrado a luchar contra la pobreza, contra la degradación social, contra la desesperación de la gente, comprometido con sus feligreses, batallador contra la indiferencia. Ése es el Papa que necesita la Iglesia de hoy, joven o viejo”.
El día 5 de marzo, apenas una semana antes de la elección, publiqué en este periódico mi habitual artículo semanal que titulé “Tu es Petrus”. Sobre la renuncia de Benedicto XVI señalaba que “la crisis de fe provocada en Europa y en general en el mundo desarrollado por lo que Benedicto XVI denominó la dictadura del relativismo, por un lado, y la insultante y creciente desigualdad entre ricos y pobres, por otro, apuntan a la conveniencia de un Papa que se haya enfrentado con ambos mundos, el del descreimiento y el de la desigualdad,  y que lo haya hecho con una fe evangélica de esa que mueve montañas, tal vez con la fe joven de Latinoamérica”. Apunté bien, pero me equivoqué de piedra. Iba a ser un Papa latinoamericano, en efecto, pero no el cardenal hondureño Oscar Andrés Rodríguez Maradiaga, sino el Arzobispo de Buenos Aires, el cardenal argentino Jorge Mario Bergoglio. Fue algo así como acertar once resultados en una quiniela.
Obispo militante en una diócesis dificil, comprometido con sus feligreses, acostumbrado a luchar contra la pobreza, contra la degradación social y contra la desesperación, batallador contra la indiferencia, como dije y, además, jesuita, el Papa Francisco ha provocado un terremoto en la Iglesia, tanto en las formas como en el fondo. Y, sin embargo, las nuevas formas y el nuevo fondo son en realidad viejos conocidos nuestros. El santo del que el Papa tomó prestado su nombre, Francisco de Asís, ya los mostró allá por el siglo XII. Las formas son las de Jesús de Nazaret y el fondo no es más que el viejo Evangelio. Como ven, nada nuevo y, sin embargo, toda una revolución.
Les dejo unas frases del Papa Francisco extraidas de su Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium (La alegría del Evangelio):
“El gran riesgo del mundo actual, con su múltiple y abrumadora oferta de consumo, es una tristeza individualista que brota del corazón cómodo y avaro, de la búsqueda enfermiza de placeres superficiales, de la conciencia aislada”
“Puedo decir que los gozos más bellos y espontáneos que he visto en mis años de vida son los de personas muy pobres que tienen poco a qué aferrarse”
“Dado que estoy llamado a vivir lo que pido a los demás, también debo pensar en una conversión del papado. Me corresponde, como Obispo de Roma, estar abierto a las sugerencias que se orienten a un ejercicio de mi ministerio que lo vuelva más fiel al sentido que Jesucristo quiso darle y a las necesidades actuales de la evangelización”
“Prefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades”
“Si la Iglesia entera asume este dinamismo misionero, debe llegar a todos, sin excepciones. Pero ¿a quiénes debería privilegiar? Cuando uno lee el Evangelio, se encuentra con una orientación contundente: no tanto a los amigos y vecinos ricos sino sobre todo a los pobres y enfermos, a esos que suelen ser despreciados y olvidados, a aquellos que «no tienen con qué recompensarte» (Lc 14,14)”
“Por eso quiero una Iglesia pobre para los pobres. Ellos tienen mucho que enseñarnos”
“Mientras no se resuelvan radicalmente los problemas de los pobres, renunciando a la autonomía absoluta de los mercados y de la especulación financiera y atacando las causas estructurales de la inequidad, no se resolverán los problemas del mundo y en definitiva ningún problema. La inequidad es raíz de los males sociales”
“¡Ruego al Señor que nos regale más políticos a quienes les duela de verdad la sociedad, el pueblo, la vida de los pobres!”
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martes, 11 de marzo de 2014

Amistad


(Artículo publicado el 11 de marzo de 2014 en el diario La Opinión de Murcia)




Circula por Facebook una especie de juego al que alguien te invita, que consiste en escribir sin pensárselo dos veces los títulos de las diez películas de cine que más te hayan gustado. Cuando me hago la pregunta, siempre me viene a la cabeza en primer lugar el título y las imágenes de una película, siempre la misma, y luego las demás. A El Cazador (The Deer Hunter), de Michael Cimino, que es la primera, le siguen Matar a un ruiseñor (To Kill a Mockingbird), con un Gregory Peck espléndido en el papel del abogado Atticus Finch; también me vienen a la memoria dos películas de Frank Capra, Qué bello es vivir y Vive como quieras, ambas protagonizadas por James Stewart; y Capitanes Intrépidos, con el inolvidable Spencer Tracy en el papel del pescador portugués Manuel Fidello; seguramente no soy muy original si cito también Casablanca, de Michael Curtiz; o Memorias de África, La decisión de Sophie y La Caja de Música, las dos primeras protagonizadas por Meryl Streep, y la última por una estupenda Jessica Lange;  y no se crean, también tengo sitio en mi filmoteca del recuerdo para una película española, uno de los tres largometrajes que ha dirigido Víctor Erice, su conmovedora e inacabada obra maestra El Sur, protagonizada por Omero Antonutti y por una muy joven Icíar Bollaín. Pero la primera que me viene a la cabeza, siempre, antes que ninguna otra, es decir, mi película favorita de la muerte, es El Cazador. Interpretada por Robert de Niro, Christopher Walken,  Meryl Streep, John Savage, John Cazale y un largo etcétera de magníficos secundarios, fue estrenada en 1978, pocos años después de finalizada la guerra del Vietnam y, aunque su temática gira en torno a aquella guerra y al daño moral que produjo a toda una generación de norteamericanos, no es una película sobre la guerra, sino sobre la amistad. Si no la han visto, veánla.
Y sobre la amistad va hoy mi artículo. En estas horas recientes he tenido sobradas pruebas del valor de la amistad, pero como hoy voy algo alcanzado de tiempo echaré mano de un cuento muy conocido de Paulo Coelho que se titula precisamente Un cuento de amistad:

“Un hombre, su caballo y su perro iban por una carretera. Cuando pasaban cerca de un árbol enorme cayó un rayo y los tres murieron fulminados. Pero el hombre no se dió cuenta de que ya había abandonado este mundo y prosiguió su camino con sus dos animales (a veces los muertos tardan un cierto tiempo antes de ser conscientes de su nueva condición). La carretera era muy larga y colina arriba. El sol era muy intenso, y ellos estaban sudados y sedientos. En una curva del camino vieron un magnifico portal de mármol, que conducía a una plaza pavimentada con adoquines de oro. El caminante se dirigió al hombre que custodiaba la entrada y entabló con él, el siguiente diálogo:
- Buenos días.
- Buenos días -respondió el guardián.
- ¿Cómo se llama este lugar tan bonito?
- Esto es el Cielo.
- ¡Qué bien que hayamos llegado al Cielo, porque estamos sedientos!
- Usted puede entrar y beber tanta agua como quiera -y el guardián señaló la fuente.
- Pero mi caballo y mi perro también tienen sed...
- Lo siento mucho -dijo el guardián-, pero aquí no se permite la entrada a los animales.
El hombre se levantó con gran disgusto puesto que tenía muchísima sed, pero no pensaba beber solo. Dió las gracias al guardián y siguió adelante. Después de caminar un buen rato cuesta arriba, ya exhaustos los tres, llegaron a otro sitio cuya entrada estaba marcada por una puerta vieja que daba a un camino de tierra rodeado de árboles. A la sombra de uno de los árboles había un hombre echado, con la cabeza cubierta por un sombrero. Posiblemente dormía.
- Buenos días -dijo el caminante. El hombre respondió con un gesto de la cabeza-. Tenemos mucha sed, mi caballo, mi perro y yo.
-Hay una fuente entre aquellas rocas –dijo el hombre,indicando el lugar-. Podéis beber toda el agua como queráis.
El hombre, el caballo y el perro fueron a la fuente y calmaron su sed. El caminante volvió atrás para dar las gracias al hombre.
-Podéis volver siempre que queráis –le respondió éste.
- A propósito ¿Cómo se llama este lugar?- preguntó el hombre.
- El Cielo.
- ¿El Cielo?
- Sí.
- Pero si el guardián del portal de mármol me ha dicho que aquello era el Cielo!
- Aquello no era el Cielo. Era el Infierno - contestó el guardián.
El caminante quedó perplejo.
- ¡Deberíais prohibir que utilicen vuestro nombre! ¡Esta información falsa debe provocar grandes confusiones! - advirtió el hombre.
- ¡De ninguna manera!-increpó el hombre-. En realidad, nos hacen un gran favor porque allí se quedan todos los que son capaces de abandonar a sus mejores amigos”.

Y es que Amistad debiera escribirse siempre con mayúscula, como Justicia o Libertad.
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martes, 4 de marzo de 2014

Feliz Ocho de Marzo, otra vez



Shabaz Bhatti con dos de las hijas de Asia Bibi
 


El viernes pasado cumplí doce años de condena atado a esta columna semanal que están ustedes leyendo. Cuatrocientos setenta y tres artículos que, a razón de ochocientas palabras de media, suponen un total de 378.400 palabras, lo que me daría para haber escrito seis o siete novelas o ciento cincuenta cuentos. Escribir artículos es relativamente fácil y aún lo es más cuando se escoge un tema de actualidad, si bien este tipo de artículos, habida cuenta del torbellino de acontecimientos en el que vivimos, corren el peligro de envejecer muy rápidamente. Por eso, solemos recurrir a temáticas que siendo de actualidad sean también algo más estables. Una efeméride, por ejemplo, suele bastar para construir un artículo presentable, aunque corres el peligro de quedar prisionero de lo que has escrito en años anteriores.
Esto es lo que me ha pasado con el Día Internacional de la Mujer que se conmemora el proximo sábado 8 de marzo. Hace dos años escribí un artículo que, para vergüenza de todos, mantiene intacta su vigencia. Por eso, para recordar  nuestra vergüenza en medio de los fastos autocomplacientes que suelen ser habituales, me voy a limitar a reproducirlo en parte.
¿Se acuerdan ustedes de Asia Bibi, la mujer cristiana pakistaní condenada a muerte precisamente por eso, por ser mujer cristiana en Pakistán? ¿Cuántos perroflautas, jilipichis pancarteros y  rompelunas libertarios se han manifestado para que Asia Bibi sea liberada? ¿Cuántas Abuelas de Mayo, de las que aplauden arreboladas al ex juez delincuente Garzón, se han quitado el pañuelo de la cabeza en señal de protesta por la condena a muerte de Asia Bibi? ¿Cuántos sindicalistas de Rolex en mano se van a manifestar por la liberación de Asia Bibi? ¿Tendrá tiempo el flamante supervisor, entre nube y nube, para pronunciarse con toda la influencia de un ex presidente de gobierno en favor de la vida de Asia Bibi? (…)
¿Habrá algún político del partido que sea que haga un esfuerzo, aunque sea un esfuerzo políticamente incorrecto, por recordar a Asia Bibi el próximo Ocho de Marzo, pomposo Día Internacional de la Mujer? ¿Lo hará alguna organización feminista de las que cobran subvenciones? ¿Seguirán siendo las iglesias cristianas quienes luchen casi en solitario por la vida de Asia Bibi? (…)
Como saben, Asia Bibi es una mujer cristiana pakistaní, condenada a muerte en 2010 por blasfemar contra Mahoma, eso decían, que se encuentra presa e incomunicada en una cárcel de su país en espera de ser ejecutada por ahorcamiento. Por defender su liberación fueron asesinados el Ministro pakistaní para las minorías religiosas, el católico Sahbaz Batthi, y el Gobernador del Punjab, Salman Taseer. A pesar de su aislamiento Asia Bibi logró hacer llegar a su marido e hijos una carta que se ha hecho pública hace unos días. A continuación les transcribo unos párrafos de la misma:
"Mi querido Ashiq, mis queridos hijos: (...) Desde que he vuelto a mi celda y sé que voy a morir, todos mis pensamientos se dirigen a ti, mi amado Ashiq, y a vosotros, mis adorados hijos. Nada siento más que dejaros solos en plena tormenta. Tú, Imran, mi hijo mayor de dieciocho años, te deseo que encuentres una buena esposa, a la que tú harás feliz como tu padre me ha hecho a mí. Tú, mi primogénita Nasima, de veintidós años, ya tienes tu marido, con una familia que tan bien te ha acogido; da a tu padre pequeños nietecitos que educarás en la caridad cristiana como te hemos educado nosotros a ti. Tú, mi dulce Isha, tienes quince años, aunque seas medio loquilla. Tu papá y yo te hemos considerado siempre como un regalo de Dios, eres tan buena y generosa... No intentes entender por qué tu mamá ya no está a tu lado, pero estás tan presente en mi corazón, tienes en él un lugarcito reservado nada más que para ti. No soy musulmana, pero soy buena pakistaní, católica y patriota, devota de mi país como de Dios. Sidra, no tienes más que trece años, y bien sé que desde que estoy en prisión eres tú la que se ocupa de las cosas de la casa, eres tú la que cuida de tu hermana mayor, Isha, que tanto necesita de ayuda. Nada siento más que haberte conducido a una vida de adulto, tú que eres tan jovencita y que deberías estar todavía jugando a las muñecas. Mi pequeña Isham, sólo tienes nueve años, y vas a perder ya a tu mamá. ¡Dios mío, qué injusta puede ser la vida! Pero como continuarás yendo a la escuela, quedarás bien armada para defenderte de la injusticia de los hombres. Mis niños, no perdáis ni el valor ni la fe en Jesucristo. Os sonreirán días mejores y allá arriba, cuando esté en los brazos del Señor, continuaré velando por vosotros. Pero por favor, os pido a los cinco que seáis prudentes, os pido no hacer nada que pueda ofender a los musulmanes o las reglas de este país. Hijas mías, me gustaría que tuvierais la suerte de encontrar un marido como vuestro padre. Ashiq, a ti te he amado desde el primer día, y los veintidós años que hemos pasado juntos lo prueban. No he dejado nunca de agradecer al cielo haberte encontrado, haber tenido la suerte de un matrimonio por amor y no concertado, como es costumbre en nuestra provincia. Teníamos los dos un carácter que encajaba, pero el destino está ahí, implacable… Individuos infames se han cruzado en nuestro camino. Hete ahí, solo con los frutos de nuestro amor: guarda el coraje y el orgullo de nuestra familia. Hijos míos, (...) papá y yo hemos tenido siempre el deseo supremo de ser felices y de haceros felices, aun cuando la vida no es fácil todos los días. Somos cristianos y pobres, pero nuestra familia es un sol. Me habría gustado tanto veros crecer, seguir educándoos y hacer de vosotros personas honestas… ¡y lo seréis! (...) No sé todavía cuándo me cuelgan, pero estad tranquilos, amores míos, iré con la cabeza bien alta, sin miedo, porque estaré en compañía de Nuestro Señor y con la Virgen María, que me acogerán en sus brazos. Mi buen marido, continúa educando a nuestros niños como yo habría deseado hacerlo contigo. Ashiq, hijos míos amadísimos, os voy a dejar para siempre, pero os amaré por toda una eternidad. Mamá".
En el Día Internacional de la Mujer, pedid la liberación de Asia Bibi.
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