martes, 31 de marzo de 2015

Semana Santa






Virgen del Primer Dolor. Martes Santo.
    

      Hace unos años mi médico amigo me detectó una hernia discal en las vértebras dorsales. Preguntado acerca de qué tipo de esfuerzo físico me la podría haber producido, no supe señalarlo. Pues no, no juego al tenis, le fui respondiendo, ni al golf, ni al paddle, ni al badmington, ni a los bolos huertanos, ni al pijotón, ni practico deporte alguno desde que tengo uso de razón más allá de la sana costumbre de andar unos pocos kilómetros a diario; mi trabajo de hombre de letras, aunque me exige algunos sacrificios tales como tragar ciertos sapos y culebras y batallar con legiones de papeles, tampoco me demanda realizar esfuerzos físicos notables; duermo sobre un colchón con un grado aceptable de dureza, aunque, eso sí, me suelo repantigar en el sillón para leer un libro e, incluso, para escribir en el portátil, cómodamente asentado en mi mullida barriga. Sumidos en la incógnita estábamos cuando recordé un dato: "Doctor, durante más de treinta años, todos los Martes Santos, he llevado a hombros a la Virgen del Primer Dolor, una preciosa talla de Salzillo que, erguida en su trono alfombrado de flores, recorre las calles de Murcia con la Procesión de la Salud. Y otros cuantos años, cada Domingo de Ramos, en vez de ir subido en la burra como el Divino Maestro, era yo el que llevaba la burra a las espaldas en la procesión de la Esperanza". "Pues ya está, me dijo el médico, si no haces deporte ni esfuerzos físicos durante todo el año y vas y cargas con la Virgen y con la Burrica, además de veinticinco kilos de caramelos, una vez al año, ya sabemos la causa de tu hernia". Desde entonces, siguiendo el consejo de mi médico y con todo el dolor de mi corazón y de mi espalda, dejé de salir cargando los pasos.

        De mi falta de entrenamiento y de mi escasa afición por el deporte no culpo a la Santísima Virgen de Primer Dolor, hasta ahí podríamos llegar, ni tampoco a la Burrica, inocente de todo cargo, que se limita a estarse quieta rodeada de palmas y ramas de olivo. Si he de buscar una causa de mis dolencias, además de mi poca previsión deportiva, podría encontrarla en el hecho de que, gracias al colacao y a la evolución de la especie, los nuevos anderos que se incorporan al paso sean cada día más altos y más fuertes, lo que descompensa la carga en contra de los que no sólo no vamos creciendo, sino que vamos menguando. Y es que el puesto de andero de las procesiones murcianas, como lo prueban las enaguas que se llevan debajo de la túnica y las medias de repizco bordadas, no se hizo para los churubitos de ciudad, acostumbrados a lo sumo a levantar el bolígrafo, sino para los huertanos hechos a las duras tareas del campo.

La Procesión del Martes Santo no es, sin embargo, una procesión huertana, sino urbana, la de los universitarios la llamaban. Los anderos no van vestidos con prendas huertanas ni llevan la cara descubierta, sino que procesionan con túnica larga hasta los pies y con el embozo incógnito del capuz. Tampoco se reparten caramelos y, junto con la del Silencio, es una procesión que discurre por las calles mudas de la ciudad. Sólo alguna saeta y el rumor de los que, respetuosos, se levantan de sus sillas al paso de las imágenes, rompen la noche callada.

En todo esto de las procesiones de la Semana Santa murciana hay mucho de tradición y de bullicio, de disfrute de las costumbres más populares, de fiesta y de costumbrismo, pero también de religiosidad y recogimiento. Y es que, en definitiva, es la Pasión de Cristo la que desfila por las calles, más allá del colorido de las túnicas y de los caramelos. Es la vieja historia de la Redención a través de la Cruz la que se representa y es sentida profundamente por la mayoría de los nazarenos y por muchos de quienes la contemplan. No, no es una fiesta laica ni es sólo una manifestación costumbrista o una atracción turística, que también lo es, sino una celebración religiosa que reproduce el elemento fundamental de la fe cristiana: la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús el Nazareno.

Las procesiones de Semana Santa son una invitación a vivir intensamente el Misterio, una vivencia que sin duda puede ser alegre, que no está reñida con los caramelos, con las monas con huevo que se reparten generosamente o con las caras de susto de los niños al paso del Ángel Encadenado en la mañana de Resurrección, porque el final de la historia es el más alegre de los finales: definitivamente, Jesús venció a la muerte.

Por eso, aplaudo los esfuerzos que viene realizando el Cabildo Superior de Cofradías para preservar la tradición frente a las innovaciones que desvirtúan las raíces penitenciales de las procesiones, para protegerlas de las frivolidades de modas pasajeras y de la amenaza de sardinificación, dicho sea con todo el respeto a la Fiesta de Primavera, pero sobre todo, querido amigo Ramón Sánchez-Parra, por la exaltación del profundo sentido cristiano de nuestra hermosa Semana Santa.

Larga vida.

(Artículo publicado en el diario La Opinión de Murcia, el 31 de marzo de 2015)

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martes, 24 de marzo de 2015

Ya están aquí...


(Artículo publicado el 24 de marzo de 2015 en La Opinión de Murcia)


        Ocurrió lo predecible, que el Barcelona ganó en su campo y que el PSOE andaluz hizo lo propio en el suyo. Cuando Susana Díaz, recién designada sucesora de José Antonio Griñán a título de presidenta de la Junta de Andalucía, se levantó de su silla y casi toda vestida de rojo y con una rosa en su pecho generoso alzó los brazos y desmayó las manos al estilo del más puro de los flamencos, lo tuve claro, “Ésta se los lleva de calle”, pensé. Ni ERES, ni Podemos, ni flores, ni gaitas. Son las emociones, imbécil, que me decía ayer, cariñosa y parafraseadamente, una de las cabezas más claras que conozco. Si fuera otra cosa que las emociones, las elecciones serían pura matemática y, ganarlas, un juego de niños. Pero no, Andalucía, cuando vota, vota emocionada, con el corazón contraído y el alma en vilo, conteniendo la respiración y alejado de su mente todo signo de sensatez. No digo yo que el votante andaluz  sea un insensato, no, sino que cuando vota lo hace con el sentimiento a flor de piel. “Viva er Beti, manque pierda”. Es como cuando iba a la Maestranza a ver torear a Curro Romero, armada de una rama de olivo. Aunque el Faraón de Camas se echara a correr delante del toro porque lo había mirado mal, el currismo caía rendido a sus pies y lo disculpaba acaloradamente a cambio de aquel único pase mágico que había dado una vez.

         Lo que ocurre en Andalucía sólo pasa en Andalucía, y es que el PSOE administra muy bien las emociones. En ninguna otra región lleva gobernando partido alguno los treinta y tres años que lo viene haciendo el PSOE andaluz en Andalucía, la edad de Cristo, miren por dónde, otra emoción semanasantera. En el resto de España ha existido alternancia en el poder, en Andalucía, no. Por eso, lo ocurrido este fin de semana no es extrapolable a las demás regiones y, por eso también, en todas ellas puede pasar cualquier cosa. Sin embargo, la regla de las emociones funciona igualmente en todas partes: ganará aquél que emocione al electorado, más allá de promesas concretas y de compromisos espirituales, si bien no está escrito que una promesa o un compromiso no sean capaces de generar una emoción incontenible e inderrotable. Pero no me parece a mí que las cosas vayan por ahí. PP, PSOE e IU emocionan, sí, pero sólo a los más allegados y, a éstos aún, tibiamente. Es cierto que, en el caso de Murcia, los más allegados del PP son muchos más que los allegados a las otras dos formaciones, pero sin duda no son suficientes. Ya veremos.

     Lo más destacado de las elecciones andaluzas ha sido, sin género de dudas, la irrupción en el arco parlamentario autonómico más allá de Cataluña de Podemos y Ciudadanos, dos formaciones que aspiran a integrarse en la “casta” gobernante, por la vía de combatirla. No es más que la vieja letra reformista, pero con música nueva. Son jóvenes y osados: los unos, –mi Lector Malasombra, si quiere, puede escribir el pronombre con “h”–, se quieren cargar la banca privada, lo que más o menos consiste en recuperar las viejas Cajas de Ahorros; los otros, se quieren cargar el AVE para financiar con su gigantesca dotación económica lo que llaman “la política de innovación”, cuyo programa presentan mañana, tal vez el viejo INI. No sé si son propuestas posibles y plausibles, pero lo que sí sé es que ambas van dirigidas al ámbito emocional del votante, que buscan atraer sus emociones sabiendo que la emoción es el juego.

         Mientras tanto, mi viejo amigo Ignatius, añorado por muchos y detestado por unos cuantos, anda inquieto y desasosegado con una cuestión hereditaria entre civilista y política. Se pregunta mi emocionado asesor matutino y cafetero que, si es investida Susana Díaz presidente de la Junta de Andalucía estando como está embarazada de un retoño, si el nasciturus quedará también investido de dicha presidencia, ya que con arreglo al Código Civil, hasta que el ansiado vástago no nazca con apariencia humana y viva veinticuatro horas totalmente desprendido del claustro materno, seguirá formando parte del cuerpo de la madre y, por tanto, jurará el cargo con ella. Piensa Ignatius que si los intérpretes de la Ley así lo deciden, y los intérpretes de la Ley andan últimamente decidiendo cosas muy raras, Andalucía podría tener a partir de junio dos presidentes, madre e hijo, que es lo más parecido a una monarquía hereditaria. Culmina Ignatius su razonamiento afirmando que los treinta y tres años de gobierno ininterrumpido del PSOE andaluz así lo avalan.

          A mí, créanme, me ha emocionado, y se me ha atragantado el café.
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martes, 17 de marzo de 2015

Una dosis de protones


(Artículo publicado el 17 de de marzo de 2015 en La Opinión)





     El resultado de las próximas elecciones autonómicas y locales es, al día de hoy, una incógnita que preocupa y mucho a los dos grandes partidos que han tenido responsabilidades de gobierno, PP y PSOE, respecto de los que todas las encuestas detectan una intención de voto instalada en el cuarto menguante. También auguran la muerte por inanición electoral de Izquierda Unida, tercer partido con representación en la Asamblea Regional desde el comienzo de la andadura autonómica. Sí sólo fuera ésto, las matemáticas electorales y la inercia se confabularían para que nada cambiara, por lo que con muchos menos votos, que habrían de nutrir las filas de la abstención, esos partidos obtendrían los mismos escaños. El motivo de la inquietud es la aparición en el escenario político murciano de dos partidos de corte regeneracionista en crecimiento constante, Podemos y Ciudadanos, uno por la izquierda y otro desde el centro. Se presume que Podemos, herederos de la Indignación, se ha hecho ya con la mayor parte de los votos de Izquierda Unida y está devorando al PSOE por la izquierda, mientras que Ciudadanos, de quienes apenas se conoce poco más que la figura de su líder nacional, hace lo mismo desde el centro hacia ambos lados, pero especialmente hacia la derecha, restando votos al PP. La primera conclusión que se extrae de estos movimientos del voto es que, posiblemente, el bipartidismo tradicional esté a punto de pasar a la historia. La segunda es que se avecina un juego político inédito en la Región, el de las mayorías minoritarias, cuando no el de las coaliciones de gobierno.

      La razón de lo que está ocurriendo no hay que buscarla tanto en las propuestas políticas de Podemos o de Ciudadanos para la Región de Murcia y sus municipios, o en el carisma mesiánico de sus líderes regionales o locales a quienes ni siquiera conocemos, cuanto en la decadencia de PP y PSOE, en la exteriorización de sus problemas internos y en la sequía de ideas motrices y propuestas capaces de ilusionar nuevamente a sus militantes, primero, y al electorado, después, ambos mortalmente decepcionados. Alguien comentaba hace unos días lo difícil que es convencer mediante la predicación y el dar trigo al mismo tiempo. A mí lo que se me antoja imposible es convencer a los electores predicando y dando gato por liebre.

         Dejando aparte la cuestión de los líderes, entre otras cosas porque el líder no nace sino que se hace y porque, además, mala cosa sería que todo lo confiáramos al paladín bienamado, lo más preocupante es la ausencia de iniciativas creíbles y al mismo tiempo ilusionantes que se advierte no solo en los partidos menguantes sino también en los crecientes.

       Empezando por mi Lector Malasombra, al que tengo muy abandonado, me van a perdonar ustedes un recuerdo frívolo. Hace muchos años, casi tantos como tengo, había una serie de dibujos animados titulada “Roger Ramjet y el escuadrón de los Aguiluchos”, en la que el superhéroe, al modo en que antes lo hizo Popeye con las espinacas, tragaba una pastilla de veinte protones que le daba la fuerza de veinte bombas atómicas durante veinte segundos, suficientes para derrotar al pérfido supervillano Narices Romanoff. Tal vez sea hoy políticamente incorrecto, además de poco ejemplar, esto de adquirir superpoderes mediante la ingestión de una pastilla aunque fuera de protones, pero lo cierto es que a los partidos políticos, y muy especialmente al PP y al PSOE, les está haciendo falta el recurso energético de Roger Ramjet.

 Porque, vamos a ver, el mensaje de la regeneración es necesario, hay que mejorar muchas cosas y cambiar algunas otras, como lo es también el del esfuerzo y el sacrificio, pero estas ideas, créanme, nunca han levantado pasiones. Hace falta más madera. Imagínense, por ejemplo, que alguien, además de la limitación de mandatos y la mejora del mundo mundial, nos propone algo tan pragmático como la creación de un área metropolitana, una figura prevista en nuestras leyes regionales, que agrupe a los municipios de Murcia, Molina de Segura, Las Torres de Cotillas, Alcantarilla y Santomera, para  planificar y gestionar de manera conjunta los retos que tiene planteados un conglomerado urbano que reúne a más de un millón de personas como los transportes, el agua, la planificación del suelo, los servicios y la calidad de vida. Para ello sólo hace falta una mesa de reuniones y la voluntad de cooperar de los Ayuntamientos y de la Comunidad Autónoma para reorientar adecuadamente sus propios recursos financieros y materiales. Ni un duro más.

Otra idea más localista. Imagínense una acción de regeneración de los barrios capitalinos de San Nicolás, San Antolín y San Andrés para transformarlos en el barrio artesano de Murcia, como lo fueron en su tiempo, tomando como eje el complejo cultural formado por el Museo Salzillo, el Convento de Agustinas, el Centro Regional de Artesanía y el Museo de la Ciudad. Calles rehabilitadas con pequeños establecimientos de artesanía en vivo, transformadas en ruta turística y gastronómica, renovadas y llenas de vida.

No son más que dos ideas que transcribo a modo de ejemplo. Tal vez sean disparatadas y, por eso, dirá mi Lector Malasombra, estoy muy bien lejos de las responsabilidades políticas, pero no me negarán que resultan más atractivas que la sequía preñada de sangre, sudor y lágrimas en la que estamos sumidos.


Con gusto, les doy permiso para que me las copien y les cedo, de paso, mi pastilla de protones.

De nada.
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lunes, 2 de marzo de 2015

Idea de un príncipe político christiano

Firma de la Paz de Westfalia en Münster. Gerard Terborch. 1648. Entre los firmantes se encontraba muy posiblemente Diego Saavedra Fajardo, Plenipotenciario de España y uno de los principales impulsores del Tratado.


        En las facultades de Derecho y en las de Ciencias Políticas recomiendan la lectura del El Príncipe de Maquiavelo para entender los entresijos de la política. Esta es, tal vez, la obra más conocida de un conjunto de tratados de educación para los gobernantes escritos en los siglos XVI y XVII, y  conocidos bajo el título genérico de espejos de príncipes. Pero no menos importante fue la obra del político y diplomático murciano Diego Saavedra Fajardo titulada Idea de un príncipe christiano representada en cien empresas, que fue publicada en 1640. Saavedra Fajardo nació en Algezares y llegó a ser Plenipotenciaro de España para la Paz de Westfalia en el Congreso de Münster entre 1646 y 1648, que puso fin a la Guerra de los Treinta Años en Alemania y a la de los Ochenta Años entre España y los Países Bajos. Hay quien dice que el texto del Tratado fue redactado por el propio Saavedra. El libro se articula en cien empresas o emblemas, cada uno de los cuales se compone de una figura simbólica, un mote o lema y un texto explicativo que desarrollan e ilustran el consejo destinado al príncipe.

          Al hilo de las recientes turbulencias que asedian al Partido Popular y al Gobierno de la Región de Murcia que sustenta éste, se me ha ocurrido echar mano de mi ejemplar, curtido en mil consultas, de las Empresas Políticas, que es como se titula abreviadamente la obra de Saavedra Fajardo, y he seleccionado unas cuantas agrupadas con cierta cronología que, a mi juicio, debieran servir para serenar el alma y sosegar el espíritu a fuerza de incorporar una sana dosis de sentido común huertano (de Algezares, por más señas) a tanta perturbación.

         La primera es la Empresa 65, cuyo lema es “De vn error mvchos”. Dice Saavedra que “echada una piedra en un lago, se van encrespando y multiplicando tantas olas, nacidas unas de otras, que cuando llegan a la orilla, son casi infinitas, turbando el cristal de aquel liso y apacible espejo donde las especies de las cosas, que antes se representaban perfectamente, se mezclan y confunden”. Ante ello, el consejo de Saavedra reviste la forma del mote que “fue del emperador Filipe el Tercero: Quod male coeptum est, ne pigeat mutasse”, lo que traducido del latín, esa lengua tan injusta y atolondradamente desterrada de la enseñanza, significa que “Lo que mal ha empezado, no dé vergüenza cambiarlo”. Concluye Saavedra que “tenga, pues, el príncipe por gloria el reconocer y corregir sus decretos y también sus errores sin avergonzarse. El cometellos pudo ser descuido; el enmendallos es discreto valor. Y la obstinación, siempre necia y culpable”.

       La segunda es la Empresa 75, “Bellvm colligit qvi discordias seminat”, es decir “Quien siembra discordias, cosecha guerras”. Señala Saavedra que “estas artes de sembrar discordias y procurar levantarse unos con la caída de otros son muy usadas en las cortes y palacios, nacidas de la ambición”. Poca explicación necesita.

          La tercera Empresa es la 70, “Dvm escinditvr fragor”, “Al ser dividida me rompo”. Dice Saavedra al respecto que “aún despojado un rey, no cabe con otro en el reino”, si bien, “si la necesidad obligare a más de una cabeza, es mejor que sean tres, porque la autoridad del uno compondrá la ambición de los dos”. Al leer esta Empresa, me asalta la sospecha de que alguien, si la leyó, debió entenderla muy mal.

        La cuarta es la Empresa 90 “Disivntis viribvs”, “Con las fuerzas disgregadas”. El consejo no es más que el viejo “divide y vencerás” que, aplicado al día de hoy, se trasmuta en “divide y perderás”. Inapelable.

          La Empresa 37 lleva por mote “Minimvm eligendvm”, “[del daño] elegir el menor”, que procede del canon jurídico, según Picinelli, “De duobus malis minus est eligendum”. El consejo está recogido también en muchos refranes populares: “Del mal, el menos”, “Mal por mal, el más chico tomarás”, “Más vale padecer que perecer” o “Mas vale tuerto que muerto”. Apunta Saavedra que “la fortaleza del príncipe no solo consiste en resistir, sino en pesar los peligros, y rendirse a los menores si no se pueden vencer los mayores”. Y más adelante comenta que “algunos peligros por sí mismos se caen, pero otros crecen con la inadvertencia, y se consumen y mueren los reinos con fiebres lentas”. Ellos mismos.

           El lema de la Empresa 57 es “Vni reddatur”, “Sea reducido a uno solo”. El modelo para el buen funcionamiento de un gobierno es el de un reloj, donde sólo las manecillas marcan la hora, acierto que deben al armónico funcionamiento de un complejo engranaje que se esconde en la caja. “Donde muchos gobiernan, no gobierna alguno”, sentencia Saavedra Fajardo.

          La Empresa 36 contiene el consejo más eficaz. El mote es “In contraria dvcet”, esto es “Gobierna aún en condiciones desfavorables”. Escribe Saavedra que “toda la sciencia política consiste en saber conocer los temporales y valerse dellos, porque a veces más presto conduce al puerto la tempestad que la bonanza. Quien sabe quebrar el ímpetu de una fortuna adversa, la reduce a próspera”. Saavedra, que además de político y diplomático fue un hombre de vasta cultura, cita un poema de Camoens en Os Lusíadas:

                Porque sempre por via irá dereita
                Quem do oportuno tempo se aproveita.
                
          He dejado para el final la Empresa 95 cuya conseja es casi profética, tanto más cuanto se avecinan varios procesos electorales, porque pone de manifiesto el peligro que se cierne sobre el Partido Popular. El mote de la Empresa es el siguiente: “Nevtri adhaerendvm”, que significa “Sin unirse a ninguno de los dos”.

             Saquen ustedes sus conclusiones.
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