jueves, 18 de febrero de 2010

La de dios es cristo

.
.

(Artículo publicado el 16 de febrero de 2010 en el diario La Opinión de Murcia)



Pues sí. Cuando la Conjura de lo Políticamente correcto no está montando un belén, está desmontando un Cristo. Y es que estos chicos de la izquierda no descansan y, con el mismo afán con que defienden la conservación de cuatro ladrillos de adobe por el simple hecho de que son restos de la morería, agarran la piqueta y la emprenden a golpes con Santiago Matamoros precisamente por lo mismo. Ya saben que lo suyo es la ruina por la ruina.


No me creo yo que esto del Cristo de Monteagudo sea cosa de uno, por muchas ganas de notoriedad que tenga. La cosa viene de lejos, pues ya son años los que lleva la izquierda queriendo hacer un parque arqueológico en Monteagudo y, de paso, como el que no quiere la cosa y aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, eliminar el Corcovado huertano que tanto les pone de los nervios. El Sagrado Corazón de Monteagudo es un símbolo odiado por la Conjura, el segundo, por cierto, pues el primer Cristo de Monteagudo fue destruido durante la guerra civil. Imaginen lo que debe ser para la muchachada de izquierdas amanecer todos los días por la mañana, volver la vista al levante, o sea, en dirección a la Meca, y encontrarse al Cristo con los brazos abiertos, como perdonándoles por los pecados cometidos, a ellos que son ateos por la gracia de Dios; al Cristo, digo, erguido en lo alto de un castillo moro y puesto allí hace cincuenta años por Franco, aquel hombre.


La iniciativa del abogado Mazón (a quien ya le han construido leyenda para el escudo de armas, “a Dios rogando y con el mazón dando”) es de armas tomar, no se crean. No se crean, digo, que con dos aspavientos en la prensa local y con una concentración medio católica, medio huertana, en la Plaza de Belluga, van a lograr detener a este desfacedor de entuertos, porque ni se trata sólo de él, ni la contienda se va a plantear aquí, a la orilla del azarbe. La Conjura en pleno llevaba tiempo afinando la puntería y cargando el trabuco con munición arqueológica. Se trata de eliminar, según afirman, un agravio arqueológico realizado por Franco, aquel hombre, en las carnes de nuestro patrimonio monumental, entiéndase por tal única y exclusivamente el dejado por las huestes de Mahoma. Y para ello se acogen a las leyes de protección del patrimonio arqueológico que, como los preservativos de última generación, se adaptan a todos los tamaños y formas. Pero no sólo las leyes murcianas y españolas, sino la europeas. La batalla, señores, no se ganará o perderá, sino en Estrasburgo, en aquellos tribunales que no entienden del sentimiento lugareño de Monteagudo, del Cabezo o de El Esparragal, y resolverán los mismos jueces europeos que ya han resuelto la proscripción de los crucifijos en clase, los mismos que eliminaron cualquier referencia a las raíces cristianas en aquel bodrio conocido como Constitución Europea.


Y todo esto pudiera ocurrir con la complacencia políticamente correcta de la derecha, por llamarla de alguna manera. Pierdan toda esperanza, la derecha descafeinada no defenderá al Cristo de Monteagudo si con ello se sale del marco de lo políticamente correcto. Y me sospecho que defender una seña del catolicismo en contra del laicismo rampante no sea muy correcto políticamente hablando, que hablando se entiende la gente. Como tampoco lo sea defender un monumento que mandó construir Franco, ese hombre, ese hombre que, después de muerto y precisamente por ello, puede convertir en delincuente al juez Garzón.


Si quieren salvar de la piqueta al Cristo de Montegaudo háganme caso y déjense de rogativas y alharacas, busquen un buen abogado con experiencia europea y pónganse en manos de un lobby que sepa manejar los hilos en los foros judiciales europeos, pues es allí donde se va a ganar o se va a perder la batalla de Monteagudo.


Nada que ver con el Castillejo ni con el paparajote.


Háganme caso.



No hay comentarios: