martes, 11 de marzo de 2014

Amistad


(Artículo publicado el 11 de marzo de 2014 en el diario La Opinión de Murcia)




Circula por Facebook una especie de juego al que alguien te invita, que consiste en escribir sin pensárselo dos veces los títulos de las diez películas de cine que más te hayan gustado. Cuando me hago la pregunta, siempre me viene a la cabeza en primer lugar el título y las imágenes de una película, siempre la misma, y luego las demás. A El Cazador (The Deer Hunter), de Michael Cimino, que es la primera, le siguen Matar a un ruiseñor (To Kill a Mockingbird), con un Gregory Peck espléndido en el papel del abogado Atticus Finch; también me vienen a la memoria dos películas de Frank Capra, Qué bello es vivir y Vive como quieras, ambas protagonizadas por James Stewart; y Capitanes Intrépidos, con el inolvidable Spencer Tracy en el papel del pescador portugués Manuel Fidello; seguramente no soy muy original si cito también Casablanca, de Michael Curtiz; o Memorias de África, La decisión de Sophie y La Caja de Música, las dos primeras protagonizadas por Meryl Streep, y la última por una estupenda Jessica Lange;  y no se crean, también tengo sitio en mi filmoteca del recuerdo para una película española, uno de los tres largometrajes que ha dirigido Víctor Erice, su conmovedora e inacabada obra maestra El Sur, protagonizada por Omero Antonutti y por una muy joven Icíar Bollaín. Pero la primera que me viene a la cabeza, siempre, antes que ninguna otra, es decir, mi película favorita de la muerte, es El Cazador. Interpretada por Robert de Niro, Christopher Walken,  Meryl Streep, John Savage, John Cazale y un largo etcétera de magníficos secundarios, fue estrenada en 1978, pocos años después de finalizada la guerra del Vietnam y, aunque su temática gira en torno a aquella guerra y al daño moral que produjo a toda una generación de norteamericanos, no es una película sobre la guerra, sino sobre la amistad. Si no la han visto, veánla.
Y sobre la amistad va hoy mi artículo. En estas horas recientes he tenido sobradas pruebas del valor de la amistad, pero como hoy voy algo alcanzado de tiempo echaré mano de un cuento muy conocido de Paulo Coelho que se titula precisamente Un cuento de amistad:

“Un hombre, su caballo y su perro iban por una carretera. Cuando pasaban cerca de un árbol enorme cayó un rayo y los tres murieron fulminados. Pero el hombre no se dió cuenta de que ya había abandonado este mundo y prosiguió su camino con sus dos animales (a veces los muertos tardan un cierto tiempo antes de ser conscientes de su nueva condición). La carretera era muy larga y colina arriba. El sol era muy intenso, y ellos estaban sudados y sedientos. En una curva del camino vieron un magnifico portal de mármol, que conducía a una plaza pavimentada con adoquines de oro. El caminante se dirigió al hombre que custodiaba la entrada y entabló con él, el siguiente diálogo:
- Buenos días.
- Buenos días -respondió el guardián.
- ¿Cómo se llama este lugar tan bonito?
- Esto es el Cielo.
- ¡Qué bien que hayamos llegado al Cielo, porque estamos sedientos!
- Usted puede entrar y beber tanta agua como quiera -y el guardián señaló la fuente.
- Pero mi caballo y mi perro también tienen sed...
- Lo siento mucho -dijo el guardián-, pero aquí no se permite la entrada a los animales.
El hombre se levantó con gran disgusto puesto que tenía muchísima sed, pero no pensaba beber solo. Dió las gracias al guardián y siguió adelante. Después de caminar un buen rato cuesta arriba, ya exhaustos los tres, llegaron a otro sitio cuya entrada estaba marcada por una puerta vieja que daba a un camino de tierra rodeado de árboles. A la sombra de uno de los árboles había un hombre echado, con la cabeza cubierta por un sombrero. Posiblemente dormía.
- Buenos días -dijo el caminante. El hombre respondió con un gesto de la cabeza-. Tenemos mucha sed, mi caballo, mi perro y yo.
-Hay una fuente entre aquellas rocas –dijo el hombre,indicando el lugar-. Podéis beber toda el agua como queráis.
El hombre, el caballo y el perro fueron a la fuente y calmaron su sed. El caminante volvió atrás para dar las gracias al hombre.
-Podéis volver siempre que queráis –le respondió éste.
- A propósito ¿Cómo se llama este lugar?- preguntó el hombre.
- El Cielo.
- ¿El Cielo?
- Sí.
- Pero si el guardián del portal de mármol me ha dicho que aquello era el Cielo!
- Aquello no era el Cielo. Era el Infierno - contestó el guardián.
El caminante quedó perplejo.
- ¡Deberíais prohibir que utilicen vuestro nombre! ¡Esta información falsa debe provocar grandes confusiones! - advirtió el hombre.
- ¡De ninguna manera!-increpó el hombre-. En realidad, nos hacen un gran favor porque allí se quedan todos los que son capaces de abandonar a sus mejores amigos”.

Y es que Amistad debiera escribirse siempre con mayúscula, como Justicia o Libertad.
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