martes, 31 de enero de 2012

La crisis y yo





(Artículo publicado el 31 de enero de 2012 en el diario La Opinión de Murcia)




Epícteto, un filosofo griego de la escuela estoica, fue autor de numerosas frases de las que abundan los libros de citas. Una de las más conocidas podría ser de Chesterton, pero no lo es: "Lo más insufrible para el hombre razonable es lo que carece de razón". Otra frase fue usada casi dos mil años después por alguien que llegó a ser mucho más conocido que Epícteto, razón por la cual la frase ha sido comúnmente atribuida a aquél en vez de serlo a éste último. Es como si Cristiano Ronaldo, un suponer, mirándonos fijamente a través de la cámara en el anuncio de calzoncillos de Calvin Klein, nos hubiera dicho que la belleza del cuerpo es un viajero que pasa, pero que la del alma es un amigo que queda. Sin lugar a dudas, en este mundo de luces de neón, tuitis y tuentis, Cristiano sería recordado por esa frase mucho más que su verdadero autor, un tal Saavedra Fajardo. Eso si lográramos sobrevivir a la impresión.


La frase de Epícteto a la que me refiero era la siguiente: “No hay que tener miedo de la pobreza ni del destierro, ni de la cárcel, ni de la muerte. De lo que hay que tener miedo es del propio miedo", pero fue Franklin Delano Roosevelt quien la popularizó, al menos en parte, en uno de aquellos discursos con los que consiguió movilizar a los norteamericanos ante la crisis económica desatada por el crack financiero de octubre de 1929. Fue en el discurso que pronunció el 4 de marzo de 1933, en su toma de posesión como presidente de los Estados Unidos: “De lo único de que debemos sentir temor, es del temor mismo, del miedo anónimo irracional y sin sentido que paraliza todos los esfuerzos que son necesarios para convertir el retroceso en una marcha hacia adelante…” En otra ocasión, en uno de los programas de radio que fueron bautizados como Fireside Chats, o “Charlas junto a la chimenea”, Roosevelt, dirigiéndose a cada ahorrador norteamericano, afirmó que era “más seguro mantener su dinero en un banco reabierto que bajo el colchón”. En el marco de lo que se llamó el New Deal (el “Nuevo Acuerdo”, en referencia a toda la sociedad norteamericana, individuos, instituciones y poderes) Roosevelt adoptó muchas medidas de gobierno para afrontar la crisis, entre ellas, la renegociación de la deuda agrícola que afectaba a más de treinta millones de agricultores norteamericanos, así como un fortísimo incremento de la inversión pública que permitió construir carreteras, ferrocarriles, presas y gigantescas obras de regulación hidráulica. Llegado aquí, desearía no tener que recordar que, en un caricaturesco intento de emular aquellas medidas en España y en nuestro tiempo, el gobierno socialista se inventó el llamado Plan E o Plan Zapatero, cuya dotación fue empleada en la ejecución de obras menores en los municipios españoles, muchas de ellas innecesarias y hasta esperpénticas.


Dije antes que con sus discursos políticos Roosevelt logró movilizar a los norteamericanos. Me corrijo. Lo que consiguió fue movilizar a cada norteamericano. Quiero llamar la atención sobre este detalle porque en España, hoy y aquí, tal vez sea eso lo que nos falte: un mensaje personal en el que se nos diga, no lo que pueden hacer el gobierno y las instituciones, sino lo que puedo hacer yo o lo que puedes hacer tú, más allá de aguantar las consecuencias de la crisis. Tenemos la agenda llena de megasoluciones y de fórmulas magistrales: sabemos ya que tenemos que reducir el déficit público hasta el 4,4 por ciento antes de final de año y que ello nos obliga a hacer grandes recortes en el gasto público; sabemos también que hemos de flexibilizar el mercado de trabajo y que debemos incrementar la productividad de las empresas; sabemos que hay que aumentar los ingresos mediante la ingeniosa técnica de subir los impuestos y que ya nos han subido el IRPF en lo que el diario apologético de esa gran novedad llamada Rubalcaba ha calificado como la segunda mayor subida de impuestos de la historia, omitiendo claro está que la primera la hizo Zapatero en el 2009, con Rubalcaba el Justiciero de vicepresidente; e, incluso, tal vez haya que aplicar la tasa Tobin a las transacciones financieras, sea lo que sea eso de la tasa Tobin. Todo esto y mucho más lo sabemos porque nos lo explican cada vez que abrimos un periódico, escuchamos la radio o vemos la televisión. Pero nada de eso está en la mano del ciudadano común, de cada individuo, de cada uno de nosotros. Sigue haciendo falta que alguien se siente a conversar al pie de la chimenea con cada uno de quienes estamos angustiados por la crisis, alguien que nos dé aliento y un buen consejo, que nos diga qué podemos hacer nosotros por España, pues ya sabemos lo que España se dispone a hacer con todos nosotros.


.

No hay comentarios: