viernes, 21 de octubre de 2011

Que los zurzan

Ni una sola palabra de disculpa por las ochocientas cincuenta y ocho personas asesinadas. Ni un solo recuerdo para ellos. Ni un ápice de pena. Ni una miaja de compasión. Ni un gramo de arrepentimiento por matar a tantos hombres, mujeres y niños en lo que han llamado en su declaración “la crudeza de la lucha”. Tan sólo un homenaje escalofriante a los asesinos que “la lucha” se ha llevado para siempre, a los que están “sufriendo la cárcel o el exilio”, eso sí, con un exquisito respeto por el lenguaje de género: los “compañeros y compañeras”, “ellos y ellas”. Los asesinos y asesinas de ETA. Que los zurzan.



Ni una palabra de rendición, de disolución, de entrega de las armas, de entrega de criminales convictos y confesos, de colaboración con la justicia, de condena del terrorismo y de la violencia. Que los zurzan.



A cambio, mucho triunfalismo del más barato y del más cursi: “es tiempo de mirar al futuro con esperanza”, “se está abriendo un nuevo tiempo político”, “estamos ante una oportunidad histórica para dar una solución justa y democrática al secular conflicto político”, “frente a la violencia y la represión, el diálogo y el acuerdo deben caracterizar el nuevo ciclo”. Mucha soberbia de perdonavidas tabernario: es ETA la que “ha decidido el cese definitivo de la actividad armada”, es ETA la que muestra su “compromiso claro, firme y definitivo”. Mucho lenguaje pervertido que transforma el terrorismo en “conflicto secular”, el asesinato en “confrontación armada”, la lucha antiterrorista en “violencia y represión”. Que los zurzan.



Aún queda sitio para las amenazas: “En adelante, el camino tampoco será fácil”. Se les nota el bulto bajo el sobaco cuando avisan de que “ante la imposición que aún perdura, cada paso, cada logro, será fruto del esfuerzo y de la lucha de la ciudadanía vasca”. Imponen sus condiciones porque así son ellos de chulos y así lo han querido quienes podían quererlo: “ETA hace un llamamiento a los gobiernos de España y Francia para abrir un proceso de diálogo directo”. Con un par. Que los zurzan.



Mientras, los que han diseñado el engaño se frotan las manos y se llenan los bolsillos. A muchos otros se les llena la boca de declaraciones emocionadas sin que nadie haya entregado una pistola, sin que un solo terrorista se haya entregado en la comisaría más próxima, y sin que ETA, la organización de los asesinos [y asesinas], se haya disuelto. “Es una victoria de la democracia”, dice el Inimputable, “una gran victoria de la democracia”, apostilla el sucesor del Inimputable a título de dedo. Que los zurzan.



Atrás quedan como si nunca hubieran existido Gregorio Ordóñez, Manolo Jiménez Abad, Alberto Jiménez Becerril y su mujer, Miguel Angel Blanco y tantos otros. Algunos se alegran porque creen sinceramente que olvidándolos a todos, a los muertos, a sus cónyuges, a sus padres y a sus hijos, ya no habrá más muertos. Les compadezco. Otros, en cambio, se alegran de olvidarlos. A éstos que los zurzan.



Sin embargo, todo esto no es lo peor. Lo peor de todo es la venenosa convicción de que cincuenta años de asesinatos, de extorsión, de secuestros, de robos, de terrorismo, de violencia y de dolor han servido finalmente para algo: “La lucha de largos años ha creado esta oportunidad”. Es el sabor de boca más amargo, la vergüenza más oscura, la decepción más profunda, la derrota más triste.



Que los zurzan.

No hay comentarios: