martes, 11 de octubre de 2011

Dale a tu cuerpo alegría, Macarena

.



(Artículo publicado el 11 de octubre de 2011 en el diario La Opinión de Murcia)




Estos chicos no pierden el tiempo, el poco que les queda, en su intento de dejarle al que venga un país con más trampas que una película de chinos. Aunque ya sabíamos de ese cliché socialista empeñado en transformar a las fuerzas armadas en un clon de las chicas de la Cruz Roja, ya saben: “Mi familia se escandalizó cuando les dije que quería ser militar. Hoy estoy orgullosa de que mi hija sea médico militar...”, el Gobierno de Zapatero, que parece haber pasado del “Yankees Go Home” al “Yankees come home”, ha incorporado la base militar de Rota y dos huevos duros al escudo antimisiles de la OTAN, aquel engendro perverso de los odiados Reagan y Bush. Si el que viene a gobernarnos es Rubalcaba, no hay problema, pues en el ideario de aquella izquierda del traje de pana que ha desempolvado debe figurar sin duda la vieja idea de sacar a España de la OTAN. Pero si el que llega a La Moncloa es Mariano, les puedo asegurar que cada vez que aparezca en el horizonte de Cádiz la silueta de un barco americano, aunque venga a los Carnavales en plan de Chirigotas, los del “No a la guerra”, que tan calladitos están ahora, le van a armar al gobierno del PP un Dos de Mayo. O un Trés.


―Hablando de clichés socialistas, lo que no me podía imaginar yo era que la Conjura de lo Estúpidamente Correcto tratara de convertir a las Fuerzas de Seguridad en Cupidos y Celestinas. Ay, si Corín Tellado levantara la cabeza―. Ignatius, ya saben ustedes, mi asesor en materia de giros copernicanos, asomó la cabezota por encima de mi hombro, cubierta con su espantosa gorra de orejeras que había rescatado del fondo del armario ropero ante la mera insinuación del hombre del tiempo (que para más inri se apellida Brasero) de que el otoño había llegado. ―Ahí tienes a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad persiguiendo a los matrimonios celebrados por razones diferentes al amor, como si los matrimonios de conveniencia fueran algo nuevo. Ahí tienes los comúnmente llamados "braguetazos", los apaños en la tercera edad, los matrimonios “de Estado", los concertados para disimular el bombo de la niña o para que el niño siente la cabeza; los matrimonios por razones "patrimoniales", el matrimonio orquestado para lograr alianzas políticas, fusiones bancarias, uniones de empresas..


―Para el carro, Ignatius ―le dije, renunciando a seguir escribiendo hasta que no lograra convencer a mi lúcido asesor de que se fuera a El Corte Inglés a comprar un afinador de trompetas. ―Aclárame en qué consiste eso de que quieren convertir a los policías en Cupidos.


―¿Acaso ignoras que han detenido a varias personas acusadas de celebrar matrimonios con el único motivo de conseguir la nacionalidad española? ―exclamó Ignatius―. La información aludía a que esos matrimonios no se habían celebrado por amor, por lo que deduzco que ése era el verdadero motivo de las detenciones, pues lo de la obtención de la nacionalidad en un país en el que hasta hace poco el propio gobierno pedía papeles para todos con gran enfado de Europa entera, constituye únicamente una excusa para disfrazar su auténtico objetivo: recuperar el amor como causa única del matrimonio y erradicar todos los matrimonios fraudulentos. Aunque ahora que lo pienso, tengo el pálpito de que, bien orientada y mejor dirigida, esa idea podría relanzar nuestra maltrecha economía y generar enormes inversiones, ya que obligará a repetir millones de bodas y divorcios, por no hablar de los consiguientes bautizos y primeras comuniones. Habría que reconvertirlos todos en matrimonios por amor. A eso se debe sin duda la repercusión que se ha dado al reciente matrimonio de la Duquesa de Alba que, desde hoy, comparte mis devociones con la Santa Monja Rosvita, aquella mujer ejemplar del Medioevo. Frente al matrimonio de conveniencia, ahí tenemos ese matrimonio de excelencia y de aristocrática obsolescencia, aplaudido por el pueblo llano, dale a tu cuerpo alegría, Macarena, y hasta por el cura que los casó, pasando por la Diputación de la Grandeza de España en pleno. Habría que perseguir también los matrimonios de convergencia, los de connivencia, los de supervivencia, los de emergencia, los de excedencia, los de urgencia, los de impaciencia, los de comparecencia, los de insolencia, los de excrecencia, los de flatulencia, los de precedencia, los de litispendencia,…


En ese momento fui yo el que se fue en busca del afinador de trompetas.


.

No hay comentarios: