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(Artículo publicado el 12 de octubre de 2010 en el diario La Opinión de Murcia)
Una noche de San Juan de hace unos años, no sé cuántos, me tropecé con Mario Vargas Llosa en las inmediaciones de
En muchas ocasiones me he cruzado con gente más o menos famosa, a la que he hecho el caso propio de mi condicón de persona común que se asombra de que aquéllos a quienes conoce por el papel de las revistas o por su imagen televisada sean finalmente personas de carne y hueso que andan, viajan, sonríen o beben y comen exactamente igual que tú y en los mismos lugares. De ellos piensa uno que están igual que en las fotos, o más jóvenes o más viejos, que son más bajitos y, generalmente, que están más delgados, pues ya se sabe que la tele engorda. Pero lo que pensé en aquel momento de Mario Vargas Llosa no fue nada de eso, sino que era inexplicable que el autor de La ciudad y los perros y Pantaleón y las visitadoras no hubiera recibido aún el Premio Nobel de Literatura, cuando ya tenía por aquel entonces casi todos los galardones literarios posibles, incluidos el Cervantes y el Príncipe de Asturias de
Si Mario Vargas Llosa, en lugar de ir correctamente vestido con una americana sport, una albísima camisa y pañuelo al cuello, hubiera ido ataviado con un terno de pana y una camisa de cuadros leñadores, si en lugar de ir correctamente peinado hubiera estado coronado por una greña encrespada con alguna rasta colgando, o si en lugar de ir acompañado de dos o tres guapas e impecables señoras o señoritas, lo hubiera estado de dos monjiles militantes del Partido Comunista (siempre he dicho que los extremos se tocan), es decir, si en lugar de parecer y ser de derechas, hubiera parecido, aunque sólo fuera parecido, ser de izquierdas, seguramente en aquel tiempo me habría cruzado con un Premio Nobel de Literatura.
No fue así y hoy me tengo que esperar a que venga de nuevo a Murcia, seguramente de la mano de Victorino Polo, para poder cruzarme en la calle, no digo ya saludar o ser saludado o, quién pudiera, cruzar unas pocas palabras, con Mario Vargas Llosa, Premio Nobel de Literatura.
Que así sea.
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