martes, 25 de mayo de 2010

Que no me toquen los euros

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(Artículo publicado el 25 de mayo de 2010 en el diario La Opinión de Murcia)



Discúlpenme el título de este artículo, pero es el que me vino a la cabeza leyendo un artículo del catedrático de literatura y escritor asturiano Francisco García Pérez, titulado La puta y la cama, que fue publicado el pasado domingo en las páginas de opinión de este mismo diario. Artículo duro de un funcionario al que le van a recortar el sueldo sin contemplaciones. Tiene más razón que un santo en todo lo que escribe, pero mucho me temo que no haya nada que hacer. Escribió Dante en su Divina Comedia que está escrita en el dintel de la puerta del Infierno una leyenda que termina con la frase siguiente: “Dejad, los que aquí entráis, toda esperanza”. Pues eso. Dejad, los funcionarios que entráis en el recorte, toda esperanza, porque el mundo mundial os ha condenado para toda la eternidad. En una encuesta reciente, más del sesenta y cinco por ciento de los encuestados está de acuerdo con la decisión del gobierno de rebajar el sueldo al los funcionarios para pagar los duelos y quebrantos de la economía. Y es que los funcionarios son minoría, claro está, frente a los que no lo son.


Mientras tanto, el Gobierno continúa con sus disparates económicos. En los días siguientes al anuncio de los recortes el Gobierno ha concedido las más variopintas subvenciones a diestro y siniestro −bueno, más bien a siniestro−, por un importe que supera con mucho los seiscientos millones de euros. El diario El Economista publicaba el pasado día 17 de mayo que el gasto total del pabellón español está entre los cinco más caros de toda la Expo de Shanghai. España malgasta setenta y cuatro millones de euros en Shanghai, titula el diario. Y debe ser ciertamente un despilfarro monumental lo de España cuando Estados Unidos, que es un país algo más grande, rico y poblado que el nuestro, ha destinado menos de cuarenta y cinco millones de euros a su presencia en China, fondos que, además, proceden de la iniciativa privada pues la legislación norteamericana prohibe expresamente que el Gobierno destine dinero a exposiciones internacionales. Más o menos, como aquí.


Pero lo triste de esto es que lo de Shanghai no es la excepción, sino la regla y, además, se trata de una regla contagiosa. No hay gobierno en España, central o autonómico, que pueda tirar la primera piedra. Hay algo que funcional mal, pero que muy mal.


Tal vez, la propia España.


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