martes, 13 de mayo de 2014

Tres pelos tiene mi barba



Gitanas del Sacromonte. 1919
 


        Hay ocasiones en que me resulta extremadamente difícil escribir mi artículo, lo que suele ocurrir, bien porque no encuentre un tema lo suficientemente atrayente, bien porque se me presenten muchos asuntos sobre los que escribir y, como el asno de Balaam, que murió consumido por la duda entre comer o beber, me quede sin escribir sobre ninguno por no decidirme por uno u otro. En cualquier caso lo que se produce es un bloqueo que, quienes se dedican a escribir con mayor profesionalidad y dedicación que yo, denominan el síndrome de la página en blanco. Hoy es uno de esos días en que he empezado una docena de artículos sin llegar a acabar ninguno, de manera que, como las barbas están de moda y se acerca peligrosamente la hora en que debo enviar mi escrito a la redacción, escogeré los temas que más me gusten y les serviré un artículo tripartito,  con una pieza por cada uno de los pelos que tiene mi barba.
Conchita Salchicha. Aunque a estas alturas es posible que Conchita Wurst se esté tomando una relaxing cup of café con leche con su amiga Ruth Lorenzo en Las Torres de Cotillas, lo cierto es que pocos sabemos que la palabra Wurst con la que se apellida la barbuda dama significa “salchicha” en alemán, lo que no deja de ser una bonita coliflor. Conchita Salchicha para los amigos, esa delicada damisela con barba de filibustero,  ha revolucionado el mundo de la estética eurovisiva, pero no el de la canción y ni mucho menos el del espectáculo. Freddie Mercury ya cantaba vestido de señorita y luciendo un tupido mostacho. Recuerden también el look ambiguo de David Bowie o el nada ambiguo aspecto de Marilyn Manson. Incluso en la vieja España preconstitucional eran habituales en los escenarios las tonadilleras armadas con patillas a lo Curro Jiménez, como Lola Flores o la Pantoja mismamente, y alguna, me temo, lució algo más que tres pelos en la barba. Como ves, nada nuevo bajo el sol, querida Conchita.
           Felipe González. El viejo Tigrekán está que se sale. Fíjense ustedes qué poco futuro le verá al PSOE como alternativa real de gobierno que se ha sacado de la manga la única forma posible de que el partido de sus entretelas toque bola, la gran coalición que necesita el país al modo y manera, dice el gran encantador de serpientes, de la que constituyeron en su día los democristianos y los socialistas en Alemania de la mano de  Angela Merkel y Gerhard Schroeder. Olvida el gran Felipe y desconoce algún que otro ignorante que aquella sopa de la Grosse Koalition alemana tenía algunos ingredientes fundamentales que faltan en el potaje español. El primero  de ellos, que no indispensable ni el más importante, es que ninguno de los dos grandes partidos ha de estar en posesión de la mayoría absoluta, de manera que la mayoría con que cuenta el PP hace extremadamente difícil el pacto. El segundo ingrediente ausente, y éste sí que es trascedente, es la propia socialdemocracia alemana. Aquí tenemos otra cosa distinta llamada PSOE, cuya carencia de sentido de estado llevó a Zapatero a despreciar la posibilidad de una gran colalición cuando sí pudo haber sido la solución de España, de un España que se hundía en el pozo profundo de la crisis económica mientras el gobierno socialista minoritaritario estaba prisionero de los nacionalistas. En un artículo que titulé en diciembre de 2010 Una propuesta ingenua, entre otras cosas porque lo era, escribía acerca de la posibilidad de una gran coalición entre el PSOE y el PP como fórmula para combatir la crisis que nos iba a costar seis millones de parados:
“Te propongo una cosa, Mariano: exíge a Zapatero que convoque elecciones anticipadas, y promete que, tanto si ganas las elecciones como si las pierdes, formarás con el PSOE un gobierno de coalición para afrontar entre los dos la salida de la crisis económica, que buscaréis el apoyo del resto de fuerzas políticas y que haréis lo imposible para reintegrarnos la confianza en nosotros mismos y en vosotros los políticos. Prométenos que entre los dos vais a reformar en profundidad las estructuras políticas y sociales de esta España nuestra para adaptarlas a los tiempos diferentes que se avecinan, en los que, como dice la gramática parda, lo superfluo sobra y cuando no hay, no hay.
Y a ti Zapatero te propongo otra cosa: hazle caso a Mariano y convoca elecciones anticipadas, sé grande y da un paso atrás como hizo Schroeder, y facilita que tu sucesor, tanto si gana las elecciones como si las pierde, se comprometa a gobernar en coalición con el PP para sacar a España de la crisis y devolvernos la confianza en nosotros mismos y en vosotros mismos, los políticos.
¿Que esto te suena ingenuo, mi desencantado lector malasombra? Me lo temía pero, dicho en el idioma que habla la señora Merkel, “Das ist mir schnuppe”, o sea, que me importa un pito.
A mí no me asusta una gran coalición a la alemana, lo que me asusta es una gran coalición a la española. Y lo peor de todo es que ésta sí es posible.
La Liga de Fútbol. Qué quieren que les diga, que parece que esta Liga es como la falsa monea, que de mano en mano va y ninguno se la quea, que cantaba aquella insigne tonadillera, también empatillada, que se llamaba Imperio Argentina. Y ya que hablamos de velludas tonadilleras, les diré lo que comentó mi muy ingenioso amigo Mariano García Ruiz en Facebook después de ver los resultados del domingo, que lo mejor es que le demos la Liga a Conchita Salchicha.
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