miércoles, 22 de enero de 2014

La piedra filosofal contra el escaparate


(Artículo publicado el 21 de enero de 2014 en el diario La Opinión de Murcia)





Anda la izquierda entusiasmada porque ha descubierto un nuevo icono al que ha bautizado con el nombre de un barrio de Burgos, Gamonal, palabreja de hondas resonancias explosivas con la que parecen sentirse encantados. Sin que se hayan apagado aún los rescoldos del primero, ya se han celebrado varios “gamonales” en algunas ciudades de España. Lo que empezó con la excusa de la solidaridad con los vecinos de Burgos, adquirió pronto características materiales propias. Omitían sin embargo que la solidaridad era con una muy pequeña parte de los vecinos de Burgos y con varios cientos de encapuchados llegados de todos los confines del reino, y no con el mayoritario resto de habitantes de la ciudad castellana que asistían impotentes al festival de vandalismo desatado.
Ya sé que mi lector malasombra, que suele leer mis artículos más políticos en busca de una descarga de adrenalina en forma de mala leche, dirá que lo que acabo de escribir es un disparate y una falacia, pues lo ocurrido en Burgos ha sido una de las páginas más bellas de la lucha democrática del pueblo contra el fascismo, o algo por el estilo. A este lector lo voy a dejar como un caso perdido, pues no hay peor sordo que el que no quiere oír. No, queridos lectores, Gamonal no es el símbolo de una lucha justa, sino la constatación de lo vulnerable que es la democracia. De cómo un puñado de individuos, que escondían tras la capa del idealismo indignado su desprecio a las reglas más elementales del juego democrático, tomaban la calle por la fuerza, incendiaban contenedores, apedreaban escaparates, destrozaban el mobiliario urbano, agredían a los policías, coartaban la libertad de los demás ciudadanos, impedían violentamente la continuidad de obras públicas legítimamente iniciadas, coaccionaban a los trabajadores, ignoraban la voluntad popular expresada en las urnas, y finalmente, para sorpresa de muchos, conseguían sus objetivos que no eran otros que torcer la voluntad de la mayoría democrática mediante la fuerza.
Alguien escribía el otro día que Gamonal ha demostrado que una piedra vale más que un voto, y me temo que tenía razón. Pero es que se trata además de la piedra filosofal de las políticas radicales de la izquierda más casposa: si las urnas nos dan la razón, vivan las urnas y nuestra victoria es un triunfo de la democracia; si las urnas no nos la dan, rompemos las urnas y nos echamos al monte en busca de la democracia real. Gamonal es el espejismo de la democracia asamblearia, de la democracia directa ejercida a través de Twitter. Con el efecto amplificador que proporcionan los medios de comunicación que les son afines, que son muchos más de los que parece, el mensaje de Gamonal es que la democracia real es la que se practica en la calle y no en los parlamentos, la que se manifiesta con la piedra y no con el voto, la que se conjura en las redes sociales y no en las urnas. Y sin embargo, Gamonal es  verdaderamente el fracaso de la política de componendas y rendiciones, de la política acomplejada, de la política utilitarista, de la política de apaciguamiento (policy of appeacement), que es la misma que dejó paso libre al monstruo.
Los gobiernos democráticos no pueden renunciar a su legitimidad porque con ello traicionan a todos los demócratas y renuncian a la propia democracia. Los gobiernos democráticos no se pueden plegar al chantaje de los violentos porque en eso consiste la peor de las felonías de que pueden ser objeto las víctimas de la violencia. Los gobiernos democráticos no pueden ser débiles, porque en su debilidad está el cáncer que los destruirá a ellos y a la democracia misma. Los gobiernos democráticos no pueden confundir el diálogo con la sumisión, el respeto a las minorías con la anulación de las mayorías y la legítima indignación con la violencia calculada.
Nada de lo ocurrido en Gamonal ha sido casual ni espontáneo, como no lo ha sido lo ocurrido en Madrid, en Barcelona, en Valencia o en Alcantarilla, sin ir más lejos. Alguien lo ha escrito en su página de Twitter:
Vamos a utilizar todos nuestros medios para parar a la derecha. No vamos a esperar a las próximas elecciones para hacerlo”.
El tuitero llama Alfredo Pérez Rubalcaba.
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