miércoles, 1 de junio de 2011

Frases de ida y vuelta

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(Artículo publicado el 31 de mayo de 2011 en el diario La Opinión de Murcia)








El domingo por la noche, hurgando en la edición digital de este mismo periódico leí un titular que, sin duda, hizo llorar de alegría a cuantos lo leyeron. Pero, fíjense qué cosas, se trataba del mismo titular que hace unos años los hizo llorar de pena. El titular de entonces y de anteayer era el siguiente: “El Murcia vuelve a Segunda”. Esta duplicidad de la frase me ha dado una idea. Si tienen un minuto, podemos jugar al bonito juego de las frases de ida y vuelta, en donde la misma proposición despierta amores y desamores según el tiempo y la circunstancia. Por ejemplo, hace tres años, toda la familia socialista se alegraba sin duda con un titular que hoy les quita el resuello: “Definitivamente Zapatero se queda en La Moncloa”, mientras que la familia pepera ve hoy la vida de color naran-ja-ja con la misma frase que hace tres años les puso al borde del suicidio colectivo y casi, casi, a punto de cometer un magnicidio: “Rajoy roza La Moncloa”.



Ahora que para frase digna de ser recordada (todo Napoleón tiene su Fouché) la que dijo este fin de semana a sus incondicionales centuriones y centurionas nuestro particular Duque de Otranto, tras ser apuntalado con el dedo como candidato único de unas primarias fantasmales: “No vamos a por derrotas dignas”, proclamó Rubalcaba. Como en el chiste de aquellos vascos que salieron al monte a coger setas y uno de ellos se encontró un reloj Rolex de oro. “Oye Patxi,” le dijo el otro, “¿a qué estamos? ¿a Rolex o a setas?”. No, no estamos a derrotas dignas, dijo Rubalcaba, la Voz de la Experiencia. Tiemblen.



Por cierto, hablando de frases de ida y vuelta, ¿Dónde están los del “No a la guerra” ahora que estamos metidos de verdad en una guerra, la de Libia, con cuatro cazas F-18, cuatro aviones auxiliares más, otro de vigilancia marítima y una fragata con más de cien hombres? ¿Han participado nuestros cazas en los bombardeos de Trípoli que han causado cientos de víctimas civiles? El “No a la Guerra” que les sonaba hace siete años a música celestial, se ha transformado en un “No a aquella guerra, pero sí a ésta” que les suena hoy a cuerno quemado. ¿Será por eso que Carma, la Ministra de la Guerra, le ha dejado el paso franco a Ruby?





Y luego están los acampados. Ahora están indignados, no contra el sistema en general, no, ni contra el gobierno del PSOE en particular, nunca, sino contra el sistema que los quiere desalojar de la piojera en que se han convertido las plazas donde han instalado sus tenderetes. Mientras, los comerciantes que al principio, por si las moscas, les regalaban unos refrescos e, incluso, una paella, qué bonita coliflor, hoy están que trinan porque no venden una escoba. Algunos medios de comunicación se sienten aún encantados de haberlos conocido, entre otras cosas, porque no les han instalado las lonas en medio de su redacción, con garrapata incluida. Algún avezado reportero hablaba no sé qué de un soplo de aire fresco, pero eso sí, retransmitía su crónica bien situado a barlovento. Las fotos de simpáticas viejecitas que-aún-creen-en-ZP y las imágenes de probos funcionarios y jubilados que-a-pesar-de-todo votan-al-PSOE-para-frenar-a-la-derechona de los comienzos de las acampadas han dejado paso a la colección de verano de rastas del estilista Rubalcaba.



Entretanto los auténticos indignados siguen indignados auténticamente: los cinco millones de parados, los funcionarios de sueldo recortado, los pensionistas de pensión congelada, los taxistas asaltados y sin asaltar, los autónomos en solitario, las amas de casa de monedero vacío, los estudiantes sin futuro, los fumadores sin fronteras, los viandantes sin tienda de campaña, los conductores al ralentí, los religiosos en el foso de los leones, los que se creyeron lo de las misiones de paz, los que se creyeron lo de las primarias, el marido de Carmen Chacón, la propia Carmen Chacón, y un largo, larguísimo etcétera. Como diría aquél, no conozco más que a dos indignados: los churubitos y los huertanos.



Ni uno más.

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