.
La campaña publicitaria de “Diesel”, una marca de ropa juvenil, afirma que prefiere los estúpidos a los listos, de manera que quienes se decidan a comprar sus vaqueros, camisetas y complementos pasarán a engrosar inmediatamente, además de la fila de sus clientes, la de los estúpidos de este mundo (“Diesel” dixit).
Be stupid (Sé estúpido) es lo que recomienda la marca a sus compradores. Extraña publicidad que, sin embargo, causará furor entre la parte más tontaelhaba de nuestra juventud que, haberla, hayla. Pero la campaña no se queda ahí. En un alarde de creatividad cool, no sólo desprecia la inteligencia propia de los listos representada por su cerebro, sino que pregona orgullosamente su preferencia por otro atributo orgánico que otorga en exclusiva a los estúpidos: Smart may have the brains, but stupid has the balls. Dicho en cristiano, “el listo podrá tener el cerebro pero el estúpido tiene las pelotas”, es decir, los huevos, las bolas, los cataplines, las gónadas, los gemelos, las criadillas, los testículos o los cojones, como ustedes gusten. Sorprendentemente la campaña va dirigida tanto a chicos como a chicas, a quienes se recomienda por igual que sean estúpidos o estúpidas y así poseerán, no la tierra ni el Reino de los Cielos, no, sino los huevos. Qué bonita coliflor.
Algún hipersensato que me lea hoy pensará que una campaña así lo que debe provocar es el efecto contrario, o sea, que la gente deje de comprar los artículos publicitados para no darse por aludida. Nada más lejos de la realidad, mi querido Watson. Se asombrarían ustedes de la cantidad de estúpidos potenciales que, gracias a estos anuncios, van a descubrir su condición de tales admirando, primero, la campaña publicitaria y comprándose unos vaqueros, después. Curioseando por Internet he encontrado opiniones variadas, aunque mayoritariamente favorables a la campaña. De todas ellas les reproduzco una muy sintomática: “Creo que tiene razón en que hay veces en que es mejor dejar de pensar y solamente vivir, y también creo que les faltó una frase, los listos tienen la seguridad, pero lo tontos tenemos la diversión.”
Les invito ahora a hacer un ejercicio de imaginación.
¿Se imaginan al autor o autora de la frase haciendo carreras nocturnas de coches en un barrio residencial de las afueras? Yo sí.
¿Se imaginan al pensador cesante en mitad del botellón organizado en la plaza del pueblo para solaz de los residentes? Yo también.
¿Se lo imaginan en un festival cooltural tipo Rock in Río, disfrutando de quince noches niquelovich en medio de los exámenes finales de junio? Claro que sí.
¿Se lo imaginan estudiando? Yo no.
¿Se lo imaginan organizando eso tan complejo de sujeto, verbo y predicado para comunicarse con sus congéneres, en lugar de recurrir al popular rebuzno? Yo tampoco.
¿Se lo imaginan pasando de curso con tropecientos suspensos? Sí, sí, claro que se lo imaginan.
¿Se lo imaginan examinándose y aprobando la selectividad en cero coma, aunque sea en septiembre o en cualquiera otro de los doce meses del año? Por supuesto, no faltaría más, que para eso estamos.
¿Se imaginan lo felices y encantados de haberse conocido que estarán los papás del fenómeno o fenómena? Efectivigüonder.
¿Se imaginan lo felices que estarán (más todavía que los papás y los retoños, pero que mucho más) los accionistas de “Diesel”? Debe ser por eso que la firma, acompañada de un gran Smiley, proclama a los cuatro vientos que está con los estúpidos: We’re with stupid.
No sé por qué, pero me lo estaba maliciando.
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario