Pedro Antonio Sánchez, candidato del PP a la presidencia de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia |
De mi recalcitrante Lector
Malasombra les diré que nunca he sabido si es de derechas o de izquierdas, si
votante el PP o del PSOE, o si se cuenta entre los devotos de Ciudadanos o de
Podemos. Tal vez sea partidario de Izquierda Unida pero, si lo es, se lo calla
el muy bribón. De lo que sí estoy seguro es de que disfruta en este pícaro
mundo llevando la contraria a todo aquél con quien se cruza. Por eso estoy
seguro de que en esta ocasión va a votar al PP, ahora que la opinión publicada se
solaza en proclamar las miserias del partido de la gaviota.
Al
contrario de lo que debiera ser en este tipo de procesos electorales, los
mensajes y las propuestas de alcance nacional e, incluso, las reflexiones de
tipo místico como la impudicia del bipartidismo o la inconveniencia de la
senectud, han sustituido a los mensajes y propuestas locales, que debieran ser
por definición más cercanos a Sancho Panza que a Don Quijote. Se habla de
vientos de cambio sin pararse a pensar que del viento a la ventolera no hay más
que un paso. Para salir de la charca en la que, dicen, estamos inmersos se
lanzan a la piscina del regeneracionismo sin percatarse de que se halla vacía. Y
es que el regeneracionismo no consiste en promesas vanas, que se habrá de llevar
la ventolera, ni en pactos oportunistas, de los que, por incumplidos, tenemos
la memoria llena, sino en actitudes personales y en hechos, en esas actitudes
que se poseen o no se poseen y en esos hechos que vendrán el día después. La
gran incógnita, no es que ocurrirá el Día D, que ocurrirá cualquier cosa, sino
que sucederá el día después, el día en que quedará abierto el tiempo de la
regeneración. Y qué quieren que les diga, para el día después yo veo más
preparados a unos que otros.
Escribía
el otro día que las dos grandes cuestiones que se plantean en estas elecciones,
no son las soluciones a los problemas concretos de la ciudad o de la región en
que vivimos, sino la renovación de los gobernantes y la regeneración de
partidos políticos e instituciones. Ninguna de ellas son de ámbito
estrictamente local o regional y, sin embargo, ambas están en la mano de
quienes concurren a las urnas. La renovación de los partidos llamados
emergentes no cuenta demasiado pues, por definición, todos sus candidatos son nuevos,
al menos en las listas por las que se presentan. Lo de renovarse o morir, por
el contrario, ha sido más complicado para los partidos institucionalizados pero
casi todas las candidaturas regionales, con algunas excepciones notables,
previsibles y tal vez lamentables, han procurado nutrirse de caras nuevas. Sólo
uno, el PP, ha renovado a su cabeza de cartel para las autonómicas que, además,
es uno de los más jóvenes si no el más joven de todos ellos: Pedro Antonio Sánchez. Conozco a Pedro
muchos años y tengo la mejor de las opiniones sobre él, sobre su capacidad de
trabajo y su eficacia, pero si algo les puedo decir con absoluta certeza es
que, a pesar de su juventud, lleva muchos años preparándose para este momento.
Y un apunte de Pedro Antonio sobre la regeneración: “Plantearé el debate sobre
listas abiertas y elección directa”. Ahí queda.
Mi
lector Malasombra me recuerda día sí y día también que Pedro Antonio arranca
lastrado por un mal padrino, pero también me confiesa que la única manera que
concibe de llevarle la contraria al padrino es, precisamente, que después del
padrino no llegue el caos. Eso me recuerda lo que me contaba hace años un amigo
lorquino, ya fallecido y militante del PP, que había salido de su casa
dispuesto a no votar al candidato de su partido que no era santo de su
devoción. Y así iba refunfuñando camino del colegio electoral cuando se
encontró al candidato del PSOE que también era amigo. “Buenos días” le dijo el
político socialista, “Buenos días”, contestó mi amigo. Unos metros más allá se
paró y con esa cosa tan lorquina de que quien no es blanco es azul se dijo para
los adentros: “¿Buenos días? A tomar por el…, ahora sí que voto al PP”.
Desconozco
si mi Lector Malasombra es lorquino, pero ésta bien podría ser la razón de su
voto a los Populares. Yo, por si las moscas, no le desvelaré cuál va a ser el
sentido del mío, no sea que cambie el suyo aunque sólo sea para llevarme la
contraria.
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(Artículo publicado el 19 de mayo de 2015 en el diario La Opinión de Murcia)
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