Adivine por qué el número 14 ya no juega en la selección de Corea del Norte |
(Artículo publicado en el diario La Opinión de Murcia el 17 de septiembre de 2013)
Parece ser que la Asamblea Regional de Murcia
se dispone a acometer la tan traída y llevada reforma del Estatuto de Autonomía
y, como al parecer hay poco que reformar, para rellenar huecos y dar bulto,
creo yo, a alguien se le ha ocurrido incluir en la reforma el himno regional,
previa su elaboración, se entiende, ya que ni existe ni ha existido nunca. Mi
amigo Manolo, con quien suelo hacer trovos futboleros, se ha llevado las manos
a la cabeza porque, como muchos otros, no entiende qué necesidad tenemos de
himno regional que nadie demanda, al tiempo que reprocha que Sus Señorías
pierdan su valioso tiempo en tamaña majadería, habida cuenta, además, de la
existencia de otras carencias regionales mucho más acuciantes.
Manolo es hombre de sentido
común y, en esta cuestión, es la voz de Juan Pueblo que expresa el sentir de la
mayoría, si bien tengo para mí que su inquietud por el himno es innecesaria: no
hay quien haga un himno regional cuya letra contente por igual a murcianistas (y
dentro de ellos, a carmelitanos, catedralinos y pedanistas diversos), a cartageneristas
(de mar afuera y de tierra adentro, de la Calle Mayor y de Barrios y
Diputaciones), a lorquinistas (blanquistas, azulistas y de todos los colores
del arco iris), a yeclanistas (provalencianistas, promancheguistas y
promurcianistas) y al largo etcétera de localismos catetos y umbilicales que
asolan nuestra Región. E, incluso, ahora que estamos en ello, me pregunto si el
himno será moro o será cristiano, es decir si ha de mencionar exclusivamente a Abú Bakr Muhammad Ibn Alí Ibn Arabí, a Muhammad Ibn Ahmed Ibn Abubéquer Al Rcotí y a Muhammad Ibn Mardanis, el Rey Lobo; si, por el contrario, debe
referirse únicamente a la Virgen de la Fuensanta, a la de la Caridad, a la de
las Huertas y a las demás advocaciones marianas locales; o si, en un esfuerzo
sincrético y políticamente correcto debe ser un himno aconfesional que hable de
las tres culturas y de la secular y tradicional tolerancia de nuestra tierra
que, por otra parte, nunca existió. Y de la música, mejor no hablar, Manolo.
Alguien pretendió hace algunos años que el himno de la Región de Murcia fuera
el Canto a Murcia, la famosa romanza de la zarzuela La Parranda, lo que suscitó
un fuerte sentimiento de rechazo por parte de todos aquellos que no se sentían
huertanos y, por la excesiva identificación de Murcia con la huerta, murcianos.
No existe, que yo sepa, una tonadilla tradicional de la que se pueda predicar
su ecumenismo regional, como sí la hubo en Asturias por ejemplo, con su famosa
“Asturias, patria querida…”, o un
himno tradicionalmente aceptado como ha ocurrido en Valencia con el de la
Exposición Regional de 1909: “Per a
ofrenar noves glòries a Espanya, tots a una veu, germans, vingau…”
Los
himnos se han hecho siempre para estimular un sentimiento común, sea el ardor
guerrero o el amor mariano, el sentimiento patriótico o los bajos instintos de
la hinchada de turno, pero ocurre también que los himnos han generado siempre
el estímulo contrario. Cuando un pacifista escucha el himno de la Legión,
siente un ardor guerrero, sí, pero en contra de las guerras, de de las armas y
de la propia Legión, y es capaza de liarse a ladrillazos en nombre de la paz.
Cuando un madridista oye lo de “Tot el
camp es un clam...”, sin acordarse de que también el Bernabéu es un clamor,
le sale urticaria y se le pone el cuerpo de mala leche, exactamente lo mismo
que le ocurre a un culé cuando la afición blanca arranca con su “De las glorias deportivas que campean por
España…”, olvidando que, entre las glorias deportivas españolas, también se
cuentan, les guste o no, las cuatro Copas de Europa del equipo de sus
entretelas. Ahora bien lo que no ha ocurrido nunca es que la afición catalana
pite al escuchar el himno del Barsa o que la blanca haga lo propio con el del
Real Madrid, ni que los legionarios le hagan pedorretas a su himno (la cabra de
la Legión es la única que tiene licencia para hacer la cabra cuando suena su
himno). En España no hemos logrado que
el himno nacional, que por otra parte ni menciona la Constitución Española, lo
sea en verdad de todos los españoles. Ni siquiera tiene letra porque la que
tuvo, escrita por José María Pemán,
fue considerada un producto residual del franquismo. Hoy, en los acontecimientos
deportivos se tararea un infumable “lolaylo” con la vieja música de la “Marcha Granadera” de Manuel Espinosa, arreglada por Pérez Casas, de la que han suprimido
los tambores por aquello del “No a la guerra”. Cualquier parecido con un himno
nacional es pura coincidencia. Nadie ha visto que los norteamericanos abucheen,
silben o tarareen su himno, ése que escuchan de pie con la mano en el corazón.
Ni siquiera los británicos, sean ingleses, escoceses, galeses o irlandeses del
norte, rechistan lo más mínimo cuando suena su himno nacional: “God save our gracious Queen, long live our
noble Queen, God save the Queen…” que escuchan con su tradicional
imperturbabilidad, sin que para ello necesiten tomar siquiera una relaxing cup of café con leche. Y qué
decir de los alemanes, con su “Deutschland,
Deutschland, über alles…”, con música de Haydn.
Y digo yo, Manolo, que si la
Constitución no se metió en el charco del himno nacional, a cuento de qué
debemos hacerlo nosotros. Y además, ahora que caigo, en Murcia ya tenemos un
himno antiguo pero que conserva toda su vigencia. Es silencioso, sin más música
que la de los suspiros y las resignaciones, y constituye un símbolo de nuestra
identidad que enraíza profundamente con la tierra. Se titula La Cansera y lo escribió Vicente
Medina:
“¿Pa qué quiés que vaya?…”
.
1 comentario:
Aunque no te lo creas, en la Comunidad también hay un amplio sector que le pita al Himno a Valencia y que preferiría que fuera sustituido por la Muxeiranga.
A cocer habas!
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